Ayuno Cuaresmal: Un gesto de solidaridad con los más necesitados

0
2

La Cuaresma es un tiempo de conversión, marcado por la oración, la limosna y el ayuno. Esta última práctica, más que una simple restricción alimenticia, es una invitación a la solidaridad, especialmente en un país como Honduras, donde el hambre sigue siendo una realidad cotidiana para miles de personas.

El ayuno cristiano no debe quedarse en un gesto externo, sino convertirse en una acción concreta de amor. Así lo explica el Padre Ricardo Banegas, presbítero de la Arquidiócesis de Tegucigalpa. “El ayuno es un signo externo para dominar nuestro cuerpo, nuestros instintos, pero no debe quedarse solamente en un gesto externo; es un movimiento interno que nos lleva a la paz, a la solidaridad, al bien de los demás”, expresa. El Padre Banegas exhorta que, “un ayuno que no se concretiza en obras es solo un método para bajar de peso, pero no orienta a la conversión ni a un encuentro con buenas obras”.

Entrega

El sacrificio del ayuno, entonces, debe traducirse en ayuda para los más necesitados. En Honduras, donde muchas familias enfrentan la pobreza extrema, renunciar a un plato de comida puede significar compartir con quienes realmente lo necesitan. Esta es la esencia de la limosna, una de las prácticas esenciales de la Cuaresma. El Padre Jairo Mercado, Vicario de la Basílica de Suyapa, subraya que este tiempo es una oportunidad para acercarse a Dios y al prójimo. “La Iglesia nos invita a ayunar, no solo el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, sino cada viernes de Cuaresma”, enfatiza. El Presbítero señala que la cuaresma “es un tiempo de conversión, de abstenerse; pero más que privarnos de algo, es un tiempo de luchar, de rezar, de orar, de dar limosna y de entrar en la bondad y la misericordia”. San Agustín, en su tratado La utilidad del ayuno, lo expresó de manera clara: “Yo sufro para que Él me perdone; me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos”.

El ayuno cuaresmal, más allá de una práctica espiritual, es una herramienta para crecer en sensibilidad hacia quienes padecen hambre o alguna necesidad. La verdadera conversión consiste en salir de la indiferencia y responder con acciones concretas, porque la fe sin obras está muerta.

1 Penitencia

Jesús nos enseña que ciertos males solo pueden vencerse “con oración y ayuno” (Marcos 9,29). Al ayunar, reconocemos nuestra fragilidad y nos unimos a la cruz de Cristo, ofreciendo nuestras pequeñas renuncias en reparación por nuestros pecados y los del mundo entero, fortaleciendo así nuestra vida espiritual.

2 Autodominio

Vivimos en una sociedad marcada por el consumismo y la búsqueda constante del placer inmediato. Ayunar nos ayuda a fortalecer la voluntad, a decir “no” a nosotros mismos y a ejercitarnos en la virtud de la templanza. Este esfuerzo nos ayuda a crecer en disciplina y a vivir con mayor libertad interior.

3 Solidaridad

La Iglesia ha visto el ayuno como una oportunidad para la caridad. San León Magno decía: “El ayuno sin la misericordia no es más que un disfraz de penitencia”. Lo que ahorramos al ayunar, podemos compartirlo con los pobres, recordando que el verdadero sacrificio agrada a Dios si va acompañado del amor al prójimo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí