Antes y después

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Tengo varias semanas de estar contestando, en diversas redes sociales, a los grupos de respuestas pagados con los dineros del pueblo, o patrocinados por los dueños de los partidos políticos porque no logro entender cómo es posible que en medio de las crisis que nos abaten sigamos cargándonos de tanta irresponsabilidad y negados a la verdad. 

Sin duda que el virus de la corrupción y la indiferencia es mil veces peor que el COVID-19. Pero, si hay algo que lo hace millones de veces más grave es el fanatismo que ciega y oscurece la conciencia por completo. El negacionismo de las responsabilidades que tenemos todos frente a lo que nos ha pasado es muy doloroso. Realmente es de personas enfermas el que no aceptemos que en mucho la crisis no la vamos a poder superar si seguimos con ese afán tan egoísta y soberbio de pensar sólo en nuestros grupos o partidos políticos.

En una entrevista que me hicieron hace 22 años, después del huracán Mitch, recuerdo que me atreví a decir que la lección que nos debería dejar toda aquella situación es que debíamos aspirar a una mejor Honduras, no a volver a lo que ya teníamos porque, aquí lo grave y por lo que me “cayeron la avispas”, es que dije que a mí no me gustaba la Honduras que teníamos pre-Mitch… pues, aunque me arriesgue de nuevo me permito gritar con todas las fuerzas de mi corazón y de mi conciencia que a mí: no me gustaba para nada el país en que habíamos convertido nuestra tierra antes de ETA e Iota y antes de la pandemia. 

Debería darnos vergüenza el solo insinuar que debemos trabajar para volver donde estábamos antes. Me parece hasta irresponsable porque no debería ser nuestra meta. Tenemos que buscar superar lo que hemos tenido. Si los recursos se manejasen de manera transparente, con honestidad y con el simple cumplimiento y aplicación de la ley tendríamos más que suficiente para vernos sin fingimiento a los ojos y llamarnos realmente hermanos.

Debemos trabajar con lo que tenemos y aunque no nos guste, debemos aprender a contar los unos con los otros. Si hay algo en lo que han tenido éxito estos políticos nuestros es en hacernos creer que somos enemigos. No han sabido negociar más que en función de su bien particular pero no en función del bien común.

Es preocupante, igualmente, la hipoteca que le están dejando a las futuras generaciones. Después de Mitch lo que no se supo aprovechar fue la condonación de la deuda externa y esta vez la situación será inmensamente más grave porqué en esa productora de decretos a la que le llaman Congreso Nacional, lo único que les importa es pedir dinero y pedir dinero. No soy quien para afirmar que todo esto es producto de la campaña política y como dice la gente, es que ocupan dinero, pero lo cierto es que por lo que hemos visto en las últimas elecciones, no sería de extrañar.

 

Padre Juan Ángel López, párroco Sagrado Corazón de Jesús, Miraflores

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