Ante el “confort” en la fe, la Ascensión del Señor nos ‘’sacude’’ para la misión

La escalada de Jesús a los cielos evoca para los apóstoles, el inicio de la misión cristiana para seguir las enseñanzas del Maestro

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La Pascua del Señor, evoca momentos de suma trascendencia y que son parte de lo toral que vivimos a diario en las vivencias de fe, uno de ellos es la Ascensión, la subida del Señor a los cielos por los méritos propios obtenidos en el madero redentor y con su resurrección. En muchas ocasiones, la fe se ve empañada por comodidades, desánimos, rutinas o incluso puede servir para apañar conductas o acontecimientos; se puede estar ante la tentación de estancarnos, de sentirnos cómodos en un puesto o realizando una activi- dad de manera continua, ante esto, la Ascensión del Señor, como diríamos en buen argot popular hondureño “mueve el piso” de los cristianos para empezar una vida activa en pro del anuncio del Reino.

Impulso

La innovación y la puesta en escena de nuevas formas de evangelización, es uno de los impulsos que la Solemnidad de la Ascensión busca evidenciar en cada cristiano. La Hermana Benilda Javier Vásquez, religiosa de las Misioneras del Sagrado Corazón, explica que “Jesús nos enseña que como primer hombre que entra a los cielos, lleva sus llagas y su redención para mostrarnos su salvación dada a todos los hombres”. Para la hermana Benilda, “debemos preguntarnos como bautizados, que creemos en el Resucitado, cómo nos vamos a quedar solo viendo al cielo, sabiendo que hay alguien que hizo todo por nosotros, la invitación clara es a salir de la comodidad, de ese confort y aprender de María que en esos momentos salió a anunciar a su hijo”. La religiosa, también expresa que no debemos quedarnos tristes porque el Señor se va, más bien, con su ascenso al cielo trae consigo la alegría y un compromiso verdadero de ser misioneros a tiempo y a destiempo.

Base

Referirnos bíblicamente a la Ascensión del Señor, es colocarnos en uno de los momentos de crucial importancia en la vida de Jesús y si es tan importante, debe ser trasladado a la propia vivencia pastoral, que pueda hacer eco en cada grupo, movimiento u apostolado. Para el Padre Miguel Valladares, Presbítero Misionero del Sagrado Corazón y Párroco de la comunidad San Juan Bautista de Intibucá en la Diócesis de Gracias, expone que “Con la Ascensión de Jesús, se nos abre a nosotros un camino de esperanza y de salvación, porque donde está Él también podremos estar todos, es el triunfo de la humanidad redimida”.

Además del fundamento de la Sagrada Escritura y de la Teología, afirma el Padre Miguel, “esta celebración nos mueve, nos moviliza, hace que abramos camino hacia la casa del Padre, por tanto el cristiano convencido de su fe en el Resucitado, sabe que tiene que hacer todo para alcanzar la vida eterna”. Estas bases cimentadas en la vivencia de los Apóstoles al ver elevarse a Jesús denotan el fervoroso deseo de evangelización que debe tener quien ha experimentado la presencia del que ha vencido a la muerte.

Esfuerzo

Queda claro que la Ascensión, es una muestra de que somos ciudadanos del mundo pero debemos aspirar al cielo, Jesús nos lo muestra al elevarse luego de padecer y glorificarse, por lo que, según Arnoldo Avilés, Coordinador de los Movimientos Laicales en la Arquidiócesis de Tegucigalpa, “Todo cristiano debe trabajar día a día para hacer lo posible aquí en la tierra para alcanzar esa vida eterna, la ascensión a los cielos como nuestro Señor”. Ese deseo ferviente de obtener los bienes de lo alto, como lo dijo Jesús en su momento, es la motivación al esfuerzo que cada católico deberá emprender, sabiendo que este acontecimiento impulsa a ver el rostro del Dios, este movimiento, “llama a salir claramente de nuestra comodidad para trabajar y poder disfrutar con Él en el cielo, partiendo de hacer todo lo necesario que como cristianos estamos llamados a realizar”. El compromiso sostenido del cristiano es ver en esta elevación, que es posible llegar al cielo, pero si se trabaja arduamente para lograrlo.

Es el segundo misterio glorioso

La Ascensión del Señor, es parte del rezo del Santo Rosario que cada miércoles y domingos se medita en la Iglesia, por lo que este hecho, es parte de esa contemplación mariana y misionera contenida en este acto de fe devocional muy arraigado.

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