Pongamos cerrojos a la infidelidad y abrámosle la puerta a Dios

Cuando el compromiso de ser siempre fiel se rompe, las heridas y las consecuencias en la relación son irreparables

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Ya hemos recorrido el camino de cómo asecha la falta de comunicación, la mentira y los celos al matrimonio, enemigos que van carcomiendo algo tan hermoso instituido por Dios. En esta oportunidad, nos referiremos a otro mal que afecta a las parejas y la familia en general: la infidelidad, misma que ahora se vuelve tan común en la sociedad y en la que caen tanto hombres como mujeres.

Y es que la infidelidad tiene graves consecuencias que desbaratan la solidez de una alianza en virtud del amor. Javier Dávila, quien tiene una maestría en temas de matrimonio y familia, opina que “El matrimonio es un sacramento y un camino de santidad y ocasión de encuentro con Dios, el hombre y la mujer diferentes, pero complementarios se abren a través del trato, del conocimiento mutuo a la maravilla de unión de sus vidas para alcanzar la plenitud del amor y de ese amor se formará la familia y de esa familia se formarán los hijos”.

Promesa

Dávila agrega que “en la fórmula sacramental que los esposos repiten durante la ceremonia, ambos establecen su compromiso inviolable de amarse y respetarse para toda la vida, el que debe trascender a pesar de las dificultades que como seres humanos maduros estamos conscientes que pueden aparecer a lo largo de la vida, pero que a pesar de eso estamos dispuestos a poner a Dios de testigo del amor que es capaz de superar cualquier situación que pueda dañar, entorpecer o fracturar la relación permanente de hombre mujer que se establece en el matrimonio”.

Este compromiso es total e indestructible en el tiempo, esto es hasta que la muerte natural lo separe. “Cuando el compromiso de fidelidad se rompe por alguno de los cónyuges, las heridas y las consecuencias que deja en la relación son tremendas, hemos roto un compromiso poniendo a Dios como testigo”, expresó el especialista.

Fidelidad

En un mundo que quizá se nada a contracorriente, el matrimonio es llamado a ser esa luz de personas valientes. Es una lucha constante, un combate a diario que se libra solo con la ayuda de Dios. Mary de Muñoz tiene 25 años de casada con Ángel Muñoz y ella se hace una pregunta ¿Cómo hemos llegado a ser tan fieles y felices?

“Sin duda ha sido una entrega mutua, ha habido compromiso, pero traspasa el concepto de compromiso, porque esta responsabilidad que asumimos los dos libremente se convierte con el paso de los años en un amor mutuo, en un auténtico amor sobrenatural”. Muñoz agrega, aunque “yo pienso que la principal respuesta es que Dios nos unió, porque ya estaba previsto en su plan divino que formaríamos una hermosa familia y, por tanto, nos da la gracia del matrimonio”.

Por su parte, Ángel, quien junto a su esposa han procreado seis hijos, dijo que recientemente reflexionaba sobre la fidelidad conyugal “Es cierto que esa fidelidad nace en el corazón y que se concreta como promesa hecha en el altar, pero es importante considerar que pasa por la mente porque es ante todo una firme determinación de darse al otro de manera exclusiva y para siempre, es una decisión y, por tanto, si se renueva frecuentemente se hace cada día más fuerte con el paso de los años”.

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