Calificando el racismo como pecado y en seguimiento a los acontecimientos en varias ciudades de los Estados Unidos, tras la muerte de George Floyd; el papa Francisco manifestó “Queridos amigos, no podemos tolerar ni cerrar los ojos ante ningún tipo de racismo o exclusión”. El Papa se une en oración para «rezar por el descanso del alma de George Floyd y de todos los demás que han perdido sus vidas por el pecado del racismo.
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Y a propósito de los acontecimientos de racismo es importante resaltar la inspiración que representan para nosotros algunos santos que vivieron en carne propia la lucha por sus derechos al ser negros.
San Efigenia
Su nombre significa “madre fuerte” en egipcio. Siendo hija del rey se convirtió cuando recibió el bautismo por parte de san Mateo.
Según el Martirologio Romano, al difundirse el cristianismo, los jefes paganos, decidieron ofrecer a Efigenia en sacrificio. La santa esperaba este trágico momento consagrándose a Dios. Mientras se preparaba la hoguera, escuchaba las palabras de aliento de san Mateo, quien le animaba a sentir el amor de Dios en su corazón. Cuando las llamas crecieron, Efigenia levantó la voz invocando el Nombre de Jesús. Los testimonios cuentan que un ángel bajó del cielo arrancando a Efigenia de las manos de sus enemigos. Una vez a salvo, multiplicó sus esfuerzos por la conversión de su pueblo.
San Benito de Palermo
Nació en Sicilia en 1524 y murió en Palermo el 4 de abril de 1589. Fue hijo de esclavos que fueron llevados a Italia. Recibió la libertad de sus amos en el momento de su nacimiento y en sus primeros años se ganó la vida como un sencillo pastor. Cuando tenía un poco más de 20 años se hizo monje franciscano ingresando en el convento de Santa María de Palermo. Desde su trabajo en la cocina resaltaban su piedad, su humildad y las curaciones milagrosas que realizaba. Fue elegido prior en 1578. Posteriormente fue maestro de novicios, para después volver a la cocina.
Santa Josefina Bakhita
Nació en 1869 en Dafur, Sudán. Fue nacionalizada italiana y es la patrona de Sudán. Gozaba de una vida tranquila, hasta que fue secuestrada por los comerciantes árabes de esclavos, que ya habían secuestrado a su hermana mayor dos años atrás. Fue cruelmente obligada a caminar descalza unos 960 kilómetros. Se dice que el trauma de su secuestro le hizo olvidar su propio nombre; por esta razón tomó el que le dieron sus esclavistas: Bakhita, que en árabe significa afortunada. Luego de ser vendida varias veces a amos que la humillaban muchísimo, el diplomático italiano Callisto Legnani la compró con el propósito de devolverle su libertad. Luego fue acogida (junto con una de las hijas de la familia Michielo) por la Congregación de Hijas de La Caridad de Santa Magdalena de Canossa de Venecia, donde recibió los primeros sacramentos del catecumenado el 9 de enero de 1890. Fue bautizada con el nombre de Josefina Margarita Afortunada. El 8 de diciembre de 1896, ingresó como religiosa tomando el nombre de sor Josefina. En el convento se destacó por su piedad, su amor a la Eucaristía y también por su servicio a los más pobres y desamparados, por lo que fue llamada Madre Moretta (madre morena, en italiano). Murió en el convento canossiano de Schio, en 1947. Sus restos fueron sepultados bajo el altar de la iglesia. En otro dato del Martirologio Romano, publico en 1586, se introduce varios santos más: Baltasar, el rey mago; Felipe (eunuco etíope) bautizado por el apóstol Felipe. Elesban, príncipe africano del siglo VI, protector de cristianos y san Benito de Palermo, franciscano del siglo XVI.