A ejemplo de Santa Clara el amor a la Eucaristía debe ser extremo

La piedad eucarística de esta mujer y sus hermanas de San Damián era extraordinaria, aun dentro del período de florecimiento que despertaba en su tiempo

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La vida entera de Santa Clara está centrada en Cristo. Su pensamiento y su corazón están radicados en Él. Su existencia es una intrépida y constante búsqueda de la máxima intimidad y de la más perfecta imitación. Debemos de enmarcar la devoción eucarística de Clara en el contexto de la vida religiosa de su época durante el siglo XIII, para muchos considerado como es un siglo eucarístico, luego que después de los siglos IX y XI se había defendido con firmeza y definido sólidamente la doctrina eucarística y se había puesto a plena luz el dogma de la presencia real.

Oración

Clara vivía, pues, una vida litúrgica tal como la Iglesia la desea para todos sus hijos. En efecto, si la liturgia celebra los misterios de Cristo, es para que los hagamos nuestros. La finalidad de las palabras, los cantos, los gestos es hacernos presentes dichos misterios a fin de despertar en nuestros corazones la alabanza y la acción de gracias, y ponernos en comunión vital con Cristo y sus misterios. Eso nos los confirma Fray Trinidad Espinal, Párroco de la comunidad Inmaculada Concepción de Comayagüela al recalcar que “Ella tenía dos características muy especiales: su vida contemplativa y de oración, y su amor por querer estar con los hermanos”.

Fray “Trino”, como se le conoce popularmente, nos comenta sobre el milagro que ella tuvo y que la hace amar tanto a la Eucaristía que, a pesar de haber estado enferma, pudo vivir una Misa completa de Navidad, desde su lecho de enferma, lo que la hace convertirse en la Patrona de la Televisión, porque, desde lejos, pudo vivir este momento especial.

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