Jesús no da cargas, Él las alivia

El Señor promete a quienes confíen en Él y su divinidad aliviar sus penas

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Vivimos en un mundo tan contrariado, cansado, agobiado incluso podríamos decir, desesperanzado con tantas tribulaciones que experimentamos en la cotidianidad. El estudio, el trabajo, la familia, la vida social, las responsabilidades, deudas, sueños, pendientes, que verdaderamente, se vuelve abrumante el simple hecho de existir.

San Ignacio de Loyola, en algunos de sus escritos, mencionaba que de qué sirve una vida llena de cosas por hacer, si carece de sentido. El afán y el cansancio rezagado puede llegar a rezagarse a tal punto que empezamos a vivir en modo automático, es decir, sabiendo que debemos cumplir, pero sin emoción ni motivación. El padre Cecilio Rivera, vicario de la Basílica de Suyapa, comparte una importante reflexión en torno a las sabias palabras de Jesús al decir que “Cuando hablamos de descansar, en la biblia se refiere a pasar tiempo a so- las con el Padre. El apartarnos, hacer silencio, descansar en el Señor, es realmente importante para renovar las fuerzas, porque el Señor no da cargas, todo lo contrario, más bien alivia todos nuestros dolores y pesares”. El alma necesita reposar, estar en calma, serenidad y lo mejor es siempre hacerlo en oración junto al Señor.

1 Silencio

El silencio es absolutamente necesario para escuchar la voz de Dios. El apartarnos, y entrar en nuestra “casa” es decir, nuestra alma, propicia momentos de intimidad para encontrarnos con el Padre que está en los cielos.

2 Reposo

El reposo hace referencia al estado de tranquilidad, quietud, uno de los pilares fundamentales para liberar el alma; imprescindible reposar en el Señor para renovar las fuerzas necesarias para continuar caminando.

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