Hoy 26 de marzo que celebramos el Quinto Domingo de Cuaresma, Monseñor José Vicente Nácher Tatay, VI Arzobispo de Tegucigalpa, celebró su primera Eucaristía en la Catedral Metropolitana donde detalló que la tierra sola, sin más, es un desierto, pero cuando se le añade agua y luz, aparece algo maravilloso que llamamos vida.
Además, destacó, que la arcilla primera de nuestra humanidad física es como aquellos huesos que encontró el profeta Ezequiel. En el bautismo ese soplo de vida nueva se da por el agua y el espíritu.
Al igual agregó, que la trascendencia y vulnerabilidad son dos elementos profundamente humanizantes, a pesar de contar con un llamado tan alto, por el pecado caemos en la muerte espiritual, que queda simbolizada por el sepulcro cerrado.
Así mismo, expresó que Jesús hace lo que solo él podía hacer, despertar a su amigo. Pero es tarea de los presentes “quitar las vendas y el sudario” para que Lázaro pueda andar. Hay veces que Jesús perdona y rehabilita, pero le corresponde a la comunidad, acompañar de la mano al que ha salido de su oscuridad, para que pueda caminar junto a nosotros. Nos recuerda que la Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de redimidos por “el amor hasta el extremo” de Cristo, recalcó el VI Arzobispo de Tegucigalpa