Con la catequesis que de forma especial, pone en ejemplo a Simeón y Ana, cuya razón para vivir era la visita de Dios, el Papa Francisco rememora que la vejez no es sinónimo de marchitez, sino de vitalidad espiritual.
“¡Hoy necesitamos mucho de la sensibilidad del espíritu, de la madurez del espíritu, necesitamos ancianos sabios, maduros en el espíritu que nos den una esperanza de vida!” expresa Francisco, para despertar en el pensamiento que “esto es imposible para los hombres, pero es posible para Dios”.
Es así como el Pontífice, nos indica que Ana y Simeón, “los ancianos”, aceptan no ser protagonista, sino solo testigos. Cuando un hombre se involucra como testigo y no como protagonista, las cosas van bien; en ese sentido, esa persona está madurando.
“Dios no se hace carne en su generación, sino en la generación que debe venir”, el Santo Padre en esta catequesis nos dice que la conmoción y consolación de poder ver y anunciar que la historia de su generación no se ha perdido o malgastado, es precisamente gracias a un evento que sea hacer carne y se manifiesta en la generación que sigue, haciendo alusión al encuentro de Simeón y Ana con Jesús en el templo.
La “anestesia” de los sentidos espirituales
Por otra parte, se corre el peligro de ser insensibles ante el sufrimiento y fragilidad por descartar a las personas mayores que con el tiempo van perdiendo la vitalidad de la juventud. Es por eso que esta catequesis nos enseña el “dialogo entre las generaciones” para transmitir la sabiduría a los jóvenes y promover la fraternidad en el espíritu, de manera a hacer hincapié en la “ternura social”.
Llamamiento
Para finalizar, el Papa comunica que el próximo sábado y domingo viajará a Malta, con el motivo de anunciar las fuentes del evangelio y conocer personalmente a una comunidad cristiana de historia milenaria y vivaz.