En la audiencia Papal del día de hoy el Sumo Pontífice reflexionó en su catequesis sobre el trabajo de San José de quien Jesús aprendió, no obstante, su trabajo duro y poco retribuido.
El Papa Francisco pidió al Padre Celestial por las familias que sufren a causa del trabajo, y afirmó que debemos “recuperar el sentido del trabajo, como elemento esencial que dignifica al hombre y coopera a su santificación”, puesto que hoy demasiadas personas son explotadas privándolas de su dignidad.
Ubicado en en Aula Pablo VI de la ciudad del Vaticano el Papa reanudó su catequesis sobre San José. Tras escuchar el Evangelio que relata que la gente de Nazaret oyendo hablar a Jesús se preguntaba acerca de su origen, por ser “el hijo del carpintero”, el que ejercía el oficio de su padre, Francisco explicó que el término griego tekton, usado para indicar el trabajo del esposo de María, fue traducido de varias maneras.
Francisco extendió su pensamiento también en quien está sin trabajo, a “los que se sienten justamente heridos en su dignidad porque no encuentran un trabajo”, incluyendo a muchos jóvenes, padres y madres que “viven el drama de no tener un trabajo que les permita vivir serenamente”.
Además, el Papa destacó el carácter dramático de esta situación que suele conducir a “perder toda esperanza y deseo de vida”. A lo que añadió que quien regresa a casa sin haber encontrado trabajo y la Cáritas le ha dado algo de pan, no recibe esa dignidad: “Lo que te da dignidad es ganarte el pan, y si no damos a nuestra gente, a nuestros hombres y mujeres, la capacidad de ganarse el pan, esta es una injusticia social en ese lugar, en esa nación, en ese continente”.
Pérdida de empleo por pandemia
El Sucesor de Pedro dijo que ” En estos tiempos de pandemia muchas personas han perdido el trabajo y algunos, aplastados por un peso insoportable, han llegado al punto de quitarse la vida, quisiera hoy recordar a cada uno de ellos y a sus familias”, dijo el Papa. “Hagamos un momento de silencio recordando a esos hombres a esas mujeres desesperados, porque no encuentran trabajo”.
“Trabajar – prosiguió – no sólo sirve para conseguir el sustento adecuado: es también un lugar en el que nos experimentamos a nosotros mismos, nos sentimos útiles, y aprendemos la gran lección de la concreción, que ayuda a que la vida espiritual no se convierta en espiritualismo.
El trabajo, añadió Francisco, es también una forma de expresar nuestra creatividad: cada uno hace el trabajo a su manera, con su propio estilo; el mismo trabajo, pero con un estilo diferente”. Por esta razón afirmó que “es bonito pensar que Jesús mismo trabajó y que aprendió este arte propio de San José”. Y ante la pregunta que debemos formularnos hoy acerca de “qué podemos hacer para recuperar el valor del trabajo; y qué contribución, como Iglesia, podemos dar para que este sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona, que expresa e incrementa su dignidad”.