Francesco Forgione, mejor conocido como el Padre Pío, fue un santo fraile que perteneció a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos y que se conmemora litúrgicamente cada 23 de septiembre, era un hombre apasionado por la confesión.

En 1910, fue ordenado sacerdote y desde ese momento, la Eucaristía y la Confesión, serían dos de sus pilares fundamentales. Junto a la oración, decía que eran “las mejores armas que tenemos, un llave para abrir el corazón a Dios”.

Rápidamente su fama de santidad se extendió fuera de aquel pueblito en San Giovanni Rotondo, donde está ubicado el convento de Santa María de las Gracias, lugar donde prestaba su misión, especialmente desde el trono de misericordia.

5. Papa San Juan Pablo II

En 1948, el Padre Pío confesó a un joven sacerdote polaco, el Padre Karol Wojtyla, que en aquel entonces tenía 30 años y apenas el sacerdote capuchino vio al joven Wojtyla lo miró a los ojos y le dijo: “Serás Papa pero habrá sangre y violencia”.

4. Clarividencia

El padre Guardián del convento de San Giovanni Rotondo contó: – “El otro día, un comerciante de Pisa ha venido a preguntarle al Padre Pío acerca de  la curación de una hija. El padre lo mira y dice: “Tú estás más enfermo que tu hija. Yo te veo muerto”. “Pero no, pero no, yo estoy muy bien”… – ¡”Desdichado”! Gritó el Padre Pío – ¡”Desgraciado”! ¿Cómo puedes decir que estás bien con tantos pecados sobre la conciencia? ¡“Veo de ellos al menos treinta y dos”!  Imagináis el estupor del comerciante. Después de la confesión él contó a  todo el que quisiera escucharlo: ¡”Él ya sabía todo y me ha dicho todo”!

3. Carácter

Un señor fue a confesarse con el Padre Pío, a San Giovanni Redondo, entre 1954 y  1955. Cuando acabó la acusación de los pecados, el Padre Pío le preguntó : “¿Tienes otro”? y él contestó: “no padre”. El Padre repitió la pregunta: “¿tienes otro”?,  “no, padre”. Por tercera vez  el Padre Pío le preguntó: “¿tienes otro”?. A la tercera respuesta negativa se acaloró el huracán. Con la voz del Espíritu Santo el Padre Pío gritó: “¡Calle! Calle!  Porque tú no estás arrepentido de tus pecados! “. 
El hombre quedó petrificado por la vergüenza que pasó frente a mucha gente. Luego trató de decir algo. Pero el Padre Pío le dijo: “Estás callado, cotilla, tú has hablado bastante; ahora yo quiero hablar: ¿Es verdadero que frecuentas las salas de fiestas”? – Usted, padre” – “¿Sabes tú que el baile es una invitación al pecado”? 
El hombre se fue asombrado y no supo qué cosa decir ya que tenía el carné de socio de una sala de fiestas en su billetera. El hombre prometió no cometer otros pecados y después de mucho tiempo tuvo la absolución.

2. Padre espiritual

Una señora cuenta: – “En el año 1945 mi madre me llevó a San Giovanni Rotondo para que conociera al Padre Pío y me confesara con él. ¡Había mucha gente! En la espera de mi turno pensé en todo lo que tenía que decirle al Padre pero cuando estuve en su presencia, quedé paralizada. El querido Padre se dìò  cuenta enseguida de  mi timidez y, con una sonrisa me dijo: “¿Quieres que yo hable por ti?”. Asentí con una señal y, después de algún instante, quedé pasmada. ¡No lo podía creer! El Padre Pío me dijo, palabra por palabra, todo lo que yo habría querido decirle. Me sentí tranquila, serena y mentalmente dí las gracias al venerado Padre por obsequiarme la experiencia de uno de sus extraordinarios carismas. Le confié  la salud de mi alma y mi cuerpo. Contestó: Siempre seré tu padre “espiritual” Me despedí de él con una alegría inmensa en el corazón. ¡Mientras viajaba en el tren, de regreso, advertí un intenso perfume de flores que no olvidaré nunca! Era la presencia del Padre que me invadió de inmensa felicidad.

1. Faltar a la Eucaristía

A los principios de los años ’50, un joven médico fue a confesarse con el  Padre Pío. Él dijo sus pecados y luego se quedó en silencio. El Padre Pío le preguntó al joven médico si tenía algún pecado que añadir pero el médico le respondió que no. Entonces el Padre Pío le dijo al médico: “recuerda que en los días festivos no se puede faltar tampoco a una sola Misa, porque ello es pecado mortal”.  En aquel momento el joven recordó haber “faltado” a una cita dominical con la Misa, un mes antes. 

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