40 años de una histórica visita que marcó un hito en la Iglesia hondureña

Durante la visita del Papa San Juan Pablo II, se encontró con los pobres, obreros, delegados, los obispos y, sobre todo, el pueblo de Dios

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La pista de aterrizaje del aeropuerto internacional Toncontín, recibió el ocho de marzo de 1983 al Papa peregrino, a San Juan Pablo II, el único pontífice que ha tocado tierras hondureñas. Al llegar, indicó que se sentía en un clima de familia, y dijo que “Tenéis entre vosotros y con vosotros a un hermano, que camina a vuestro lado”.

Histórico

El padre Alberto Enamorado, párroco de la comunidad Divina Providencia, indica que la visita del “Mensajero del amor y de la paz” como fue vitoreado, dejó en el corazón de todo un país, la presencia del mismo Jesucristo. “Fue y será uno de los acontecimientos más importantes de la historia de nuestro país, no solo a nivel eclesial, sino también a nivel nacional, ya que, ha sido el único Papa a nivel de toda la historia que ha visitado nuestro país. Esto marca un hito histórico y eclesial”, detalló.

Visita

Al llegar a Tegucigalpa, visitó el Santuario de Suyapa, hoy Basílica Menor, allí presidió la Eucaristía, en donde recordó al pueblo de Dios que, “porque no se puede invocar a la Virgen como Madre despreciando o maltratando a sus hijos” según rememora el presbítero Enamorado. “Aquí, el nombre de la Virgen de Suyapa tiene sabor de misericordia por parte de María y de reconocimiento de sus favores por parte del pueblo hondureño” inmortalizando esta expresión, que ha quedado guardada en el corazón del pueblo.

Delegados

El Papa, que era cercano al pueblo de Dios, ese mismo día se trasladó a San Pedro Sula y tuvo un encuentro con los obreros y posteriormente con los Delegados de la Palabra de Dios. Anarda Figueroa, presidenta de este ministerio laical sostiene que, la venida del Papa, ahora San Juan Pablo II, fue muy importante para nosotros, “Nos alentó, sentimos de corazón que se apreciaba nuestro trabajo, esa labor que, hacíamos y hacemos en la Iglesia que peregrina en Honduras. Su aporte fue tan grande, especialmente para nuestra misión” dijo. Concluyó su visita desde la capital industrial, habiéndose dirigido a todos, a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y sobre todo, al pueblo que peregrinaba en Honduras en ese santo año de 1983.

Acordes de fe, devoción y esperanza

Antes de partir de estas tierras, San Juan Pablo II afirmó que, “No olvidaré los acordes de fe, devoción y esperanza, con que habéis profesado ante la Virgen de Suyapa vuestro propósito de ser una comunidad eclesial, cada vez más viva y fraterna. Confío mucho en la abnegada entrega de los sacerdotes, religiosos y religiosas, y en la ferviente actividad de los Delegados de la Palabra de Dios y catequistas. Y espero que, bajo el impulso de vuestros celosos obispos, las familias hondureñas sabrán favorecer y ver con gozo la entrega de alguno de sus miembros al servicio de Dios, en el sacerdocio y en la vida religiosa”.

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