San Pablo nos re- cuerda en la Carta a los Filipenses que, “Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta”, porque viene de Dios. Esta expresión, la vivieron con intensidad los santos y sobre todo, aquellos que han ofrendado su vida por el Señor, por defender la verdad, la justicia, la honorabilidad que el Señor nos invita a vivir.
Ejemplo
San Juan Bautista es un claro ejemplo de ello. “La voz que grita en el desierto”, incomodó con su postura, tras defender a toda costa la verdad. Fray Jorge Barillas, Vicario de la Parroquia San Maximiliano Kolbe de Tegucigalpa, destaca que la firmeza de los mártires nos enseña a amar la verdad y a defenderla, defender la verdad que brota de Dios, “Como Juan Bautista, que estaba en una situación muy hostil, él podía apegarse a lo que la sociedad quería y así salvaguardar su vida o podía defender la verdad y defendió la verdad.
Vivir y defender la verdad es lo que estamos llamados nosotros. Claro, eso implica que primero, debemos conocer la verdad, debemos procurar comprender nuestra fe, estudiarla y vivirla y proclamarla con esperanza y decisivamente”.
Profetas
Con el Bautismo, nos convertimos en sacerdotes, profetas y reyes. Según Fray Jorge, el anuncio del Evangelio y la denuncia de todo tipo de injusticias es propio del cristiano, porque es profético. La profecía implica anunciar aquello que es voluntad de Dios con claridad, firmeza, pero también nos vamos a encontrar realidades que se oponen a aquello que es voluntad de Dios. Entonces, el cristiano debe denunciar todo aquello que se opone a la voluntad del Señor. “No podemos, no es posible que nosotros guardemos silencio, esos silencios aturden y seremos llamados a conciencia, se nos preguntará que hicimos cuando eso estaba pasando”, recalcó.
Fe
Nancy Osorto, quien presta su servicio en la Iglesia como catequista, afirma que, “Tenemos que ser conscientes que la fe se tiene que defender, no es fácil, si fuera fácil los templos estarían llenos siempre, pero debemos tener la convicción que la fe, requiere sacrificios, el mismo Jesús lo vivió, como no nosotros. Es, sobre todo, estar comprometidos y amar la fe que hemos recibido”. Hay formas de demostrar esta valentía, una de ellas es salir a las calles, que la gen- te vea que Jesús está vivo y ser un Evangelio viviente, en nuestros hogares, en nuestras familias, que los demás lo noten. Santo Tomás de Aquino nos recuerda que, “En la Pasión de Cristo vemos lo que debemos sufrir por la verdad, y en Su resurrección, lo que debemos esperar en la eternidad”.
EL MARTIRIO, UNA RESPUESTA DE AMOR
Como cristianos, tenemos el llamado de ofrendar nuestra vida cotidianamente, en cada acción, en cada palabra; pero habrá momentos en que se requiere que presentemos nuestra vida como una ofrenda agradable al Señor y si es necesario, ofrecerla en martirio. Cuando yo hablo y mi palabra se opone a las fuerzas de los poderosos, muy probablemente se irán contra mí, pero como dice San Pablo, si Dios está conmigo, quien podrá contra mí. El martirio es la gloria de los cristianos, la sangre de los mártires es semilla de cristianos. Se necesita gente valiente.