María es la madre de Jesús de Nazaret, debe ser ejemplo para todos y para las madres, porque ella encerró en su vida las más grandes gracias que existen como la prudencia, la humildad, la serenidad, la paz, la obediencia, la fortaleza, la diligencia, la sabiduría, y muchas otras cualidades.
Enseñanzas que dejó la madre de Jesús son múltiples, pero una de las mas importantes fue el decir sí al Señor, fue obediente a la voluntad de Dios y puso su vida totalmente a la disponibilidad del Padre, dándole un cuerpo y enseñando a hablar y a caminar a aquel que es la Palabra Eterna del Padre y el Camino de la Vida eterna.
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A continuación te presentamos 7 cualidades de la Virgen María:
- La humildad: Este sentimiento de humildad profunda la llevó a hacerse totalmente disponible, a entregarse sin reservas a Dios
- Fe y aceptación de la Palabra de Dios: Nuestra Madre es modelo de fe. «Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cfr. Lc 1, 38). Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cfr. Jn 19, 25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cfr. Lc 2, 19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cfr. Hch 1, 14; 2, 1-4).
- Obediencia: Ella nos enseñe a aceptar con amor los designios Divinos.
- Caridad: María estuvo pronta a servir con generosidad como lo vemos en el relato de la visita a su prima Isabel, cuando acude presurosa a prestar su caridad, porque en sus entrañas Jesús era la caridad misma que la impulsaba a realizar un servicio (Lc 1,39-45)
- Sabiduría: Sede de la sabiduría es uno de los títulos con que el pueblo cristiano honra a la madre de Dios.
- Paciencia y fortaleza en el dolor: María fue la Madre que nos dio un verdadero ejemplo de paciencia y serenidad en el cumplimiento del plan divino (Heb 10,36).
- Piedad: Ella siempre estuvo pronta al cumplimiento de sus deberes religiosos (Lc 2,21-22): adoraba al Señor en espíritu y verdad, le alababa y glorificaba con los sentimientos del más profundo respeto.