Unidos por una misma misión, anunciar a Cristo Resucitado

Óscar Andrés Rodríguez y Jorge Mario Bergoglio fueron creados cardenales el mismo día y este 21 de febrero cumplen 20 años de servicio a la Iglesia

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El 21 de febrero de 2001, San Juan Pablo II creó 43 nuevos cardenales para la Iglesia, uno de ellos, es el actual Papa Francisco y otro el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez. Amistad El Obispo de Roma, es amigo personal del Cardenal Rodríguez. Se conocen desde hace tiempo y su amistad se rememora al trabajo de ambos en la Iglesia latinoamericana.

Antes de ser nombrado Pontífice, el actual sucesor de Pedro, ya era muy cercano al arzobispo hondureño. Siempre está pendiente de él, claro ejemplo se reflejó en estos días, en que Rodríguez pasa por un proceso de recuperación tras contagiarse de COVID-19 y uno de los primeros en comunicarse desde Roma, fue el Santo Padre.

Ambos son unos obispos cercanos, especialmente con sus sacerdotes, ya que poseen un corazón de pastor. Rodríguez es maestro por vocación, fiel al carisma salesiano, es el Obispo más joven en la historia de Honduras, primer Cardenal y también primer hondureño Secretario General y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es uno de los consejeros personales del Santo Padre y ha recibido varios doctorados “honoris causa”.

Cardenalato El Arzobispo de Tegucigalpa recibió el birrete cardenalicio y el título de Santa María de la Esperanza. Es uno de los “cardenales sacerdotes” y considerado como “papable” en los conclaves tanto en 2005 como en 2013. En este tiempo, Su Eminencia, el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, ha destacado en los diferentes ámbitos que le ha tocado desempeñarse. Es uno de los principales colaboradores del Papa Francisco en la actualidad.

Para el Padre Héctor López, párroco de la comunidad Madre Dolorosa, “Ha sido un regalo para Honduras ya que nos puso en los ojos del mundo, porque su presencia es bien reconocida y con su gran carisma, atrae la mirada hacia nosotros. Ha sido un regalo verdaderamente que San Juan Pablo II nos hizo”. El seminarista Francisco Barahona, señala que “El Cardenal no es únicamente orgullo para la Iglesia que peregrina en Honduras, sino también lo es para toda la patria que lo vio nacer, quien lo vio formarse, crecer y desgastarse por el Evangelio, teniendo un corazón como el de San Pablo, apóstol incansable”.

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