Una navidad finalmente con Dios

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A las puertas de comenzar el tiempo de la navidad y, lamentablemente, pareciera que siempre la vamos a vivir con muchas incertidumbres.

Navidades pasadas estuvieron marcadas por la crisis social y política, que tanto nos ha dividido y ha afincado en la impunidad a personas que siguen paseándose campantes por todos lados. De hecho, hay algunos que ya no pedirán que les lleven comida a la “cárcel” que se instaló para gente muy importante, en la carretera que conduce a Mateo.

Ahora vivimos otra clase de incertidumbres producto de la crisis provocada por la Pandemia y por los fenómenos naturales que nos han azotado.

En particular me sorprende que sigamos como que sí nada ha pasado. Los centros comerciales están llenos, la gente sigue desesperada queriendo adquirir algunas cosas para “celebrar” la navidad, pero la navidad ¡no es eso!

Golpea fuertemente ver la indiferencia de muchos a los que la vida de los otros no les importa para nada y siguen sin usar una mascarilla, sin guardar la distancia debida, sin cumplir con las normas de bioseguridad. El nivel de terquedad es altísimo.

P. Juan Ángel López| Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

 

Me pregunto si tendré moral para pensar en qué banquete puedo tener esta navidad si hay miles de personas en el norte y occidente de nuestro país que se debaten entre sí van a comer hoy, al menos un tiempo de comida.

Ante quién lo ha perdido todo, lo material claro, es bien difícil que me pueda parar y hablarle de una navidad en la que enfatizo lo externo y no el verdadero sentido de lo que ella es.

Agradezco mucho a los señores obispos que me cambiaron aún más la perspectiva con su Mensaje para esta Navidad. Siempre he intentado ver la navidad con los ojos del Niño que nace o de la Virgen, pero realmente nunca lo había hecho desde la perspectiva de San José.

La “Patris Corde” nos ha dado unas pautas extraordinarias para comprender que ver las cosas desde el corazón de San José es haber alcanzado una madurez de Fe nada despreciable. Se ocupa esperar contra toda esperanza y saber perseverar, aunque no lo entendamos todo.

Es preciso que aprendamos a callar, orando y actuando. No hay equilibrio posible sin la madura aceptación de nuestras limitaciones y la confianza plena en la fuerza de Dios que se hace débil para descubrirnos su verdadera fortaleza.

Es preciso vencer el miedo a ponernos en camino en la construcción de una sociedad en la que no se abuse de la familia, en la que se respete la dignidad de todos, desde los más indefensos en el vientre de sus madres hasta los que buscan asistencia médica y lo que encuentran, perdón, pero no se encuentran, unos hospitales que no son móviles sino una “gran movida”.

Esta navidad será distinta porque descubriremos que, si tenemos a Dios, la conciencia tranquila y una familia con la que compartir, con eso… nos basta.

 

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