Un gran delegado, misionero y músico devoto

El Padre Santos Leovigildo García Salgado empezó a vivir su Pascua Eterna, luego de una vida entregada al servicio del Señor

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La Congregación del Santísimo Redentor dio a conocer el fallecimiento del Padre Santos Leovigildo García Salgado, conocido cariñosamente como Padre Leo, en la parroquia Nuestra Señora de Los Dolores, en Tegucigalpa. A los 69 años, el sacerdote deja un legado de entrega misionera, servicio pastoral y pasión por la música, inspirado en su vocación tardía y en su compromiso con los más pobres.

Dones

En su juventud, antes de ingresar al sacerdocio, el Padre Leo ejerció como celebrador de la Palabra en las aldeas de El Paraíso. “Los celebradores de la Palabra de Dios, como bien sabemos, durante las celebraciones litúrgicas, especialmente los domingos, transmiten el mensaje bíblico a la comunidad cuando no hay un sacerdote presente para celebrar la santa misa”, explica el documento.  

Su talento musical marcó su vida ministerial. “El Padre Leo puso al servicio del Señor sus dones y carismas, entre ellos el canto y gran habilidad para tocar la guitarra; vivió también la música como una vocación y servicio. Fue intérprete y creador de canciones”, destaca la biografía. Más allá de su sensibilidad artística, se le recordaba por su cercanía y alegría: “Le gustaba contar historias, compartir moralejas, relatar anécdotas, acertijos, adivinanzas y chistes”. En Nicaragua, como párroco de la comunidad del Santísimo Redentor en Managua, recorría los altares durante la “Gritería” con su guitarra para cantarle a la Virgen.

Vocación

El llamado vocacional llegó en la adultez. Ingresó al Seminario Menor San José en Tegucigalpa, donde lo apodaban “el abuelo” por ser el mayor entre los seminaristas. Se unió a la Congregación del Santísimo Redentor en 1984, en Costa Rica. Realizó el noviciado en 1986 en la Iglesia de Los Dolores, Tegucigalpa. Profesó votos temporales el 7 de diciembre de 1986 y perpetuos en 1990. Ordenado diácono en 1990 por el Cardenal Gregorio Rosa Chávez en San Salvador, recibió el presbiterado el 22 de junio de 1991 de manos del Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga.

A lo largo de su ministerio, sirvió en la antigua provincia de América Central como superior, vicario, miembro de equipos misioneros y en secretariados. En 2010, asumió como primer párroco de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en San Salvador. Soñaba con una provincia misionera vital: “El padre Leovigildo soñaba con una viceprovincia y provincia llena de vitalidad misionera, con cohermanos bien formados a nivel académico y religioso, pues él fue un autodidacto cien por ciento”. Autodidacta, estudió inglés y francés por cuenta propia y enfatizaba la evangelización de los pobres: “Decía que la pastoral tenía que estar enfocada en la evangelización de los pobres y sencillos. Cada cohermano debía ser desprendido de sí mismo, comprometido realmente con la Iglesia y la Congregación”.

Su preparación para el encuentro definitivo con Dios
Durante su enfermedad, lo acompañaron sus cohermanos en Los Dolores. “La vida y el testimonio del padre Leovigildo son ejemplo de entrega alegre y generosa al servicio de la redención copiosa del Evangelio”, concluye el texto biográfico. Su partida deja un vacío en la Iglesia hondureña, pero su legado de fe, música y misión perdura como inspiración para las nuevas generaciones.
CONOZCA AL PADRE LEO 
Nació el 17 de diciembre de 1955 en Los Limones, una aldea del municipio de Morocelí, en el departamento de El Paraíso, Honduras, el Padre Leo creció en un entorno rural marcado por la fe católica. Bautizado el 19 de marzo de 1956, en la solemnidad de san José, sus padres fueron Santos Norberto García Uclés y María Sabina Salgado. Desde joven, se vio influenciado por el programa radial “El Minuto de Dios”, transmitido por la Voz de Suyapa y conducido por el misionero redentorista Padre Felipe Huerta.

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