Confesamos que Jesucristo Resucitado quien nos ha convocado una vez más y, como en Aparecida, nos ha hecho reconocernos discípulos misioneros de su Reino, enviados a comunicar por desborde de alegría el gozo del encuentro con Él, para que todo tengamos en Él vida plena (cf. DAp 14). Desde entonces, Jesús nos acompaña en la tarea emprendida de repensar y relanzar la misión evangelizadora en las nuevas circunstancias latinoamericanas y caribeñas. Tarea que nos ha comprometido en un camino de conversión decididamente misionera, para someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de la vida (cf. DAp 366). Propósito en el que avanzamos y que requiere de mayor responsabilidad pastoral. Sueño profético al que el Señor hoy nos confirma y anima a vivir caminando juntos, guiados por su Espíritu. Con gran alegría hemos vivido esta Asamblea como una verdadera experiencia.
Parte de las líneas que resalta en el mensaje final de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.
De igual manera los miembros del CELAM, mediante una conferencia de prensa con miembros de los medios de comunicación de toda la región, dieron a conocer cuáles fueron los retos, desafíos, aprendizajes de esta experiencia y hasta los errores, con el fin de llevar una Iglesia en misión, en medio de escenarios irregulares y atípicos ante la emergencia sanitaria que se vive por el COVID-19, y más aún ante el aparecimiento de una nueva variante.
La voz del Espíritu ha resonado en medio del diálogo y el discernimiento señalándonos varios horizontes que inspiran nuestra esperanza eclesial: la necesidad de trabajar por un renovado encuentro de todos con Jesucristo encarnado en la realidad del continente; de acompañar y promover el protagonismo de los jóvenes; una adecuada atención a las víctimas de los abusos ocurridos en contextos eclesiales y comprometernos a la prevención; la promoción de la participación activa de las mujeres en los ministerios y en los espacios de discernimiento y decisión eclesial.
“Con gran gratitud y alegría reafirmamos en esta Asamblea Eclesial que el camino para vivir la conversión pastoral discernida en Aparecida, es el de la sinodalidad. La Iglesia es sinodal en sí misma, la sinodalidad pertenece a su esencia; por tanto, no es una moda pasajera o un lema vacío. Con la sinodalidad estamos aprendiendo a caminar juntos como Iglesia Pueblo de Dios involucrando a todos sin exclusión, en la tarea de comunicar a todos la alegría del Evangelio, como discípulos misioneros en salida.”
De esta manera concluyeron su mensaje, los miembros de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.