La ciencia, la fe y la superstición, han sido entrelazadas en aras de poder dar una interpretación a los sueños. Para la psicología, por ejemplo, estos episodios son secuencias de imágenes, recuerdos, emociones o sensaciones que pasan de manera inesperada y no rebuscada. Para la fe, el mayor tesoro acerca de los sueños es la Sagrada Escritura, donde aparecen diferentes episodios de cómo Dios habla a través de visiones nocturnas.
Interpretar
Para el doctor en Sagrada Escritura, Padre Tony Salinas, expresa que “Los sueños en la cultura bíblica vienen a representar cómo Dios se comunicaba con el hombre, que sin tener una explicación científica, se consideraba la revelación de los proyectos del Señor para el futuro inmediato o lejano”. En el libro de Eclesiástico dice: “Creer en los sueños, es querer agarrar una sombra y perseguir el viento”. Este texto bíblico da los lineamientos de que, si no son revelados por Dios, los sueños son solo una recreación de circunstancias que la persona vive. El Presbítero Salinas, concluye diciendo que “en la Palabra de Dios, los sueños son una manifestación del querer de Dios a través de una lectura acertada de esos mismos sueños”.
Aprendizaje
Más allá de una interpretación, los sueños deben convertirse en una ventana de sabiduría, así lo afirma Alexander Amaya, licenciado en psicología y feligrés católico, al decir que “Lo más sensato sea no interpretarlos, sencillamente sentirlos y responderte a la pregunta: ¿Qué puedo aprender de mis sueños?” Amaya también es del criterio que “las personas que se relacionan de forma más positiva con sus sueños, los usan para potenciar su toma de decisiones y aprendizajes. Usted también puede hacerlo”. Si bien, los sueños son manifestaciones involuntarias, no hay que descartar la posibilidad que Dios busque acercarse a través de estos, pero no hay que depositar toda la confianza en algo que incluso puede ser motivado por un deseo o consecuencia de sucesos vividos y que provocaron gran impacto.
Los santos también soñaron
Algunos santos de la Iglesia Católica, han recibido visiones proféticas y uno de los más reconocidos es San Juan Bosco, el patrono de la juventud, quien, desde los nueve años de edad, recibió visiones proféticas en las que observaba los ataques que la Iglesia iba a recibir, escenarios sobre las penas del infierno, entre otros. Fueron en total unos 159 sueños proféticos que Don Bosco recibió, en el que no solo fueron incluidos momentos difíciles que iba a atravesar, también su misión en servicio de los jóvenes más necesitados.
