Somos o no somos

0
16

La expresión “somos o no somos”, ya se como pregunta, o bien como afirmación indica claramente que no se puede tener una identidad personal, o bien una característica y poseer al mismo tiempo lo radicalmente opuesto y, por eso mismo, lo excluyente. Es evidente que un animal no puede estar vivo y muerto, a la vez, ni que, hablando unívocamente, es decir, sobre el mismo aspecto, en el mismo sentido, en el mismo tiempo y de la misma persona, podamos es decir de ella que es sabia y muy tonta.

Esta clase de oposición de carácter bipolar la usamos con mucha frecuencia, prácticamente a diario. Así podemos distinguir entre lo bueno y lo malo, lo frío y lo caliente, lo prudente y lo necio, lo hermoso y lo feo, la inocencia y la culpabilidad. Y en asuntos de fe y vivencia religiosa tenemos que ser diáfanos: o somos o no somos.

En la Escritura se nos alecciona al respecto. «El que no está conmigo, contra mí está; y el que no recoge conmigo, desparrama» (Lc 11, 23). Y también se presenta una situación inversa: «Juan le dijo: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.” Pero Jesús dijo: “No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros”» (Mc 9, 38-40).

Preguntarse si somos realmente cristianos o no puede responderse de muchas maneras, pero sin ambigüedad ninguna. Si realmente creemos, debemos comportarnos como creyentes. Por eso, «Si alguien dice: “Yo amo a Dios” y odia a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (1 Jn 4, 20).

En nuestra Honduras la casi totalidad dice que es cristiano. Para no serlo únicamente “del diente al labio”, para ser coherente, debemos de vivir el cristianismo. Decíamos en otra ocasión que no hay que creer que el cristianismo sólo se vive dentro de los templos. Puede que sea más claro decir lo contrario: celebramos nuestra fe como cristianos en el templo, comunitariamente y obtenemos gracia y fuerza para cuando estemos fuera, viviendo como cristianos.

Pidamos en este mes de la Biblia que encontremos en ella luz, inspiración y guía para comportarnos como auténticos cristianos y poder ser “sal de la tierra” y “luz del mundo”. Pidamos igualmente al Señor para que, en este mes de la Patria, los cristianos nos manifestemos como seguidores de Cristo y su Evangelio: pacíficos, dialogantes, constructores de puentes, condenando todo sectarismo, descalificación e insulto. «Cristo, Señor de la historia, te necesitamos»

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí