Muchos conocen que, la fe de una madre la lleva a doblar rodillas con devoción para que su hijo se aparte de los vicios y malas compañías y como esta oración tiene poder. Ejemplo de ello, es el testimonio espiritual que nos regala Santa Mónica, la madre de San Agustín de Hipona.
Paciencia
Santa Mónica nos enseña el valor de las madres que buscan la conversión de sus hijos una realidad muy latente nuestro país, en donde la mayoría de madres les toca sufrir por sus hijos por la realidad nacional que afrontamos. Para el presbítero Bernardino Lazo, director de las Obras Misionales Pontificias (OMP), el testimonio de Santa Mónica es un llamado a vivir la paciencia evangélica. “Así es evangélica, para esperar el proceso del hijo, este caso San Agustín, esta espera viene acompañada de la oración, de la oración e intercesión a Dios”, dijo y agregó que “Santa Mónica tiene claro que solo el Señor puede cambiar los corazones, entonces espera en Él y esperar también en su hijo que haga este proceso de encuentro con su creador”.
Esperanza
Otra característica que nos regala el testimonio de esta gran mujer es la esperanza, “la esperanza que habrá la posibilidad de que puede ser diferente, que tiene la misión y el horizonte de ser lo que debe ser, es decir, hijo de Dios, hermano de Jesucristo”, explica el sacerdote.
Testimonio
Esta acción de oración por uno de los frutos del amor, se vive en el hogar de Iris Castellanos, quien es madre de cuatro hijos, sin embargo, el tercero ha adoptado una actitud renuente al entorno familiar que lo educó en la fe desde infante. “En mi cumpleaños me enteré que se llevaba con los maleantes de la colonia, al notar que salía de casa inesperadamente, descuidaba su apariencia y llegamos a la última instancia de tocar este tema hasta con sus hermanas”, mencionó Iris con su voz quebrada por el recuerdo. Como toda madre, le hace saber cuánto lo ama, aparte de colocar su conversión en las manos del Padre Celestial, reza el Santo Rosario con mucha devoción a la Virgen María y todos los días le pide a Jesús que lo aleje de las malas compañías y a ejemplo de Santa Mónica ora día y noche por su hijo esperando ver, así como San Agustín un cambio total y así ser testigos ambos del amor de Dios.
Servicio
El padre Rodolfo Varela, sacerdote diocesano, al observar el testimonio de Santa Mónica, así como el de muchas mujeres santas, explica que esto es admirable en la Iglesia, sobre todo, por el compromiso que muchas mujeres tienen, a pesar de las dificultades que estén atravesando. “Las mujeres se dedican al servicio del Señor, ya es sabido que nosotros los varones nos cuesta hacer más de una cosa a la vez, pero a las mujeres es increíble, la capacidad que tienen, ese don de estar haciendo y pensando en varias cosas al mismo tiempo, mientras están preparándose para el trabajo, están pensando en lo que le van hacer a los niños, están pensando en lo que van hacer en la tarde, y en los manda- dos que tienen que hacer”, dijo. Muchas madres y es- posas se han encomendado a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos. Existe una famosa congregación, “Las Mónicas”, cuyo único sentido es rezar por sus hijos, para que Dios los proteja y lleven el camino del bien.
El carácter de Santa Mónica sirve de testimonio para las madres hondureñas
Mónica era sin duda una mujer fuerte, era fuerte también como carácter. Era una mujer muy consciente de su papel social, de su papel como esposa y como madre. Lo era en modo decidido. Era una mujer capaz de dar vida, de hacer que las personas de su alrededor fueran más humanas. Lo hizo con su marido a quien finalmente conquistó, con su comportamiento, a la vida cristiana; lo hizo con sus hijos. No sólo con Agustín, también con sus otros dos hijos.