San Pedro y San Pablo: pilares para la Iglesia que merecen compartir el día de celebración

Su gallardía y celo por anunciar el Evangelio de Cristo los reúne en una sola solemnidad

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Cada 29 de junio la Iglesia recuerda a San Pedro y San Pablo, baluartes en la fe, evangelización y defensa del cristianismo.

Ejemplos

El Presbítero Avilio Zambrano, Párroco de la comunidad San Pedro Apóstol de Comayagüela, opina que “Con su vida supieron llevar las huellas de Cristo. Uno muy cerca compartiendo con Jesús y caminando de su mano y el otro desde su conversión y seguimiento apegado al misterio de la redención”. La enseñanza que estos hombres dejan en la Iglesia es muy apegada a la realidad.

Una de las actitudes principales que llevó a Pedro y Pablo a ser verdaderos apóstoles del Señor, fue la oración, así lo recalca Monseñor Ángel Garachana Pérez, Obispo de la Diócesis de San Pedro Sula al disertar que “Tenemos la misión de ser una Iglesia contemplativa y orante. La fe de los apóstoles, es la misma que hoy celebramos y profesamos, la que nos motiva a ser una Iglesia creyente en comunión con lo que estos dos hombres realizaron”. Legado, entereza y el amor por la Iglesia, son solo uno de los ejemplos que el “primer Papa” y el “apóstol de los gentiles”, dejó para el buen seguimiento de Jesús.

Comunión

Aunque en el principio, Pedro y Pablo se vieron confrontados por temas como la circuncisión, lo que les unió tuvo más fundamento. El Padre Zambrano enuncia que “celebrar a estos apóstoles es celebrar nuestra profesión de fe y de igual manera, la vida a costa de la sangre de estos dos grandes mártires”.

Ante lo que Honduras vive, Monseñor Garachana, también se refiere a que se puede hacer comunión como Pedro y Pablo en la actualidad, al afirmar que “hemos de confesar la fe de los apóstoles en esta situación difícil, compleja que estamos viviendo. Creer en el Señor ante esta situación, es una plena renovación de fe en adhesión a Jesucristo, haciendo lo que Él haría”. Sin duda, este testimonio vivo lo demostraron Simeón y Saulo, quienes cambian su nombre y su vida, al recibir el llamado de Dios.

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