Desde pequeños, en los años antes de la existencia del Internet, la ilusión de muchos niños era despertar por la mañana a abrir sus regalos debajo del árbol de navidad, que supuestamente eran dejados por un personaje regordete y que viajaba en trineo desde el Polo Norte. En Honduras muchos menores esperan con ansias las 12 de la noche para poder abrir sus obsequios, pero ¿En realidad es este personaje quien lleva estos paquetes de alegría?
La tradición de ver a un abuelito bonachón, de barba blanca, traje rojo y con una característica sonrisa, podría ser algo muy reciente y que se ha determinado que se es de reciente creación por una compañía que vende refrescos, al que se le conoce como Santa Claus, pero este personaje en realidad existió y fue un gran santo de la Iglesia. Nos referimos a San Nicolás de Bari, que fue un obispo que vivió en el siglo IV y a quien se le han dedicado más de dos mil templos están dedicados a él en todo el mundo.
Si bien es cierto, se conoce que ambos dan obsequios, pero de una forma distinta. Santa Claus solamente sabemos de él el diciembre, pero San Nicolás está con nosotros en la oración durante todo el año. Muchas personas, sobre todo en Norteamérica, dan a Santa Claus un papel preponderante antes que al Niño Jesús, pero San Nicolás nos ilumina el camino hacía Belén.
El color rojo de Santa Claus es rojo, que es una de las coincidencias que tiene con San Nicolás de Bari, porque el Santo vestía de este color por ser obispo.
El deber de los padres de familia, está en enseñar a los niños que la importancia de la navidad radica en el niño Jesús que es el mayor regalo y que si reciben algún presente, es porque el mismo redentor ha concedido esa bendición. Desde luego también se tiene que hablar con ellos sobre la vida de este santo, que se cree daba miles de obsequios a los más pobres y ponerlo de ejemplo para que sepan que en este tiempo, estamos llamados a la solidaridad con los necesitados.