San Maximiliano Kolbe, fue un franciscano polaco, quien nació en 1894, y dedicado al periodismo católico. Fue arrestado por la Gestapo en 1941 y murió en el campo de concentración de Auschwitz, ese mismo año durante la Segunda Guerra Mundial, al ofrecer su vida en lugar de la de otro prisionero compatriota, casado y padre de familia, que había sido condenado al búnker del hambre, como castigo de los nazis para penalizar a algunos de los reos tras la fuga de uno de ellos.
Y en este sentido, destaca las palabras del Papa Francisco publicadas en su cuenta oficial de Twitter, en sintonía con el modelo de vida del mártir polaco: “Pidamos la gracia de recordar cada día que Dios no nos olvida, que somos sus hijos amados, únicos e irremplazables: recordarlo nos da la fuerza para no rendirnos ante los reveses de la vida”.
El Padre Maximiliano Kolbe, al tiempo Rajmund Kolbe, recibió recientemente la visita del Papa Francisco que, el 29 de julio de 2016, permaneció en oración en la celda del martirio.
La historia católica, coloca al padre Kolbe como un hombre de fe que sufrió una de las etapas más complicadas de Polonia. Su historia está fortalecida por una acción particular que demostró firmemente su servicio y amor al prójimo. Resulta que un prisionero, juzgado a muerte, inició a mencionar todo lo que dejaba en caso de fallecer y algo que llamó la atención de Maximiliano, fue el amor a su familia y el pesar al dejarlos. El santo, decidió tomar la pena que le había sido impuesta y morir en la cámara de gas, para que el prisionero volviese con sus seres queridos.