San Martín de Tours, nace en Hungría en el año 316 y posteriormente se muda a Italia junto a sus padres, donde se convierte en soldado y lo ejerce durante la mayor parte de su juventud.
Siendo soldado, un día de invierno, Martín cortó su capa a la mitad y se la dio a un mendigo que estaba en la calle. Esa misma noche, tuvo un sueño en el que Jesús le hablaba diciendo: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”. Allí inició su conversión.
Después de su muerte, la mitad de su capa fue guardada y venerada en un pequeño santuario. Las personas decían: “vamos a orar donde está la capilla”. De allí viene el nombre de capilla, que normalmente, se lo damos a los templos pequeños donde celebramos.
Cuando Martín dejó el ejército, inició el catecumenado y se bautizó. Fue discípulo de San Hilario de Potiers y sirvió durante varios años junto a él.
Martín sintió un profundo deseo de dedicarse a la oración y fundó el primer monasterio en Francia. Pasó durante diez años dedicado a la oración y estudio de la palabra de Dios.
En el 371 lo invitaron a Tours, Francia; con motivo de visitar un enfermo, sin embargo, la intención del pueblo era otra. Martín fue aclamado por unanimidad para que fuera elegido y consagrado Obispo de ese lugar.
Fue consagrado Obispo a los 27 años y ejerció su ministerio Episcopal en Tours. La Iglesia lo celebra el 11 de noviembre como memoria obligatoria. Es el patrón de los soldados y de los fabricantes de textiles. Es un gran testimonio de conversión y caridad pastoral.