El primer día de mayo siempre la liturgia marca la fiesta de San José Obrero, quien fue un auténtico trabajador en todo el sentido de la palabra, puesto que fue el único hombre que compartió con Jesús la vida cotidiana, la tarea de todos los días. San José representa el modelo ideal de un obrero que dignifica su labor cumpliendo los deberes con amor, es el protector de los trabajadores e intercesor de quienes carecen de uno. Además, es también admirado por la labor que desempeñó como cabeza del hogar, custodiando a la Virgen María y al Hijo de Dios.
Sustento
El presbítero Ricardo Sevilla Chang, párroco de la comunidad de San José Obrero de esta capital, nos dice que “Podemos decir que a San José le debemos la manutención de Jesús y María, además del cuidado de todo”. El sacerdote también agrega que “este santo era alguien de vocación humilde y sencilla a través de su profesión como carpintero”. El trabajo es una actividad auténticamente humana que brinda satisfacción y realización. San José es el intercesor para la causa de los trabajadores que además de su labor en la tierra, deben mantener la mirada en el cielo y transcender para ofrecer todo acto como ofrenda de amor a Dios.