Esteban fue un diácono de la Iglesia de Jerusalén y uno de los primeros mártires del cristianismo, es por ello que se le conoce con la palabra protomartir. Tuvo varias enemistades por enseñar la fe de Cristo en varias Sinagogas. Se le realizó un juicio, en donde dio un largo discurso criticando a las autoridades de ese momento.
Fue condenado a ser lapidado. Su martirio fue contemplado por Saulo de Tarso, que posteriormente, se hizo seguidor de Jesús bajo el nombre de Pablo.
Las iglesias veneran a Esteban como santo. La iconografía le muestra como un hombre joven, sin barba, con una tonsura, llevando ropas de diácono y, a menudo, sosteniendo una pequeña iglesia o un incensario.
En nuestro tiempo hay muchos que han sido condenados culpables por decir la verdad como este santo, que hasta el final de los tiempos, mantuvo su mensaje de verdad y de amor a ejemplo de Jesucristo.