“¡Oh, Dios mío y Padre mío!, que te conozca y te haga conocer, que te ame y te haga amar, que te sirva y te haga servir, que te alabe y te haga alabar de todas las criaturas”. Esta oración compuesta por San Antonio María Claret refleja el profundo sentido de su misión, espiritualidad y los los pilares de su vida apostólica: el conocimiento de Dios, el amor hacia Él, el servicio incondicional y el anhelo de que todos lo alaben. Cada una de estas peticiones nos ofrece una certeza completa de lo que San Antonio María Claret vivió y promovió incansablemente durante su vida.

“Para salvarse, conviene tener la eternidad en la cabeza, a Dios en el corazón, y al mundo debajo de los pies”

San Antonio María Claret

Misión

El Padre Óscar Del Cid, párroco de la comunidad que lleva el nombre de este Santo en la Diócesis de La Ceiba, afirma que San Antonio María Claret es reconocido tanto por su santidad como por su testimonio inquebrantable de fe. “Esta oración, que contiene cuatro aspectos fundamentales, define claramente su perfil como misionero. Primero, “que te conozca y te haga conocer”, refleja su celo evangelizador, su deseo de que todos pudieran experimentar a Dios como él lo hacía. Segundo, “que te ame y te haga amar”, es una expresión de su amor profundo por Dios, un amor que compartía con todos a quienes predicaba. Tercero, “que te sirva y te haga servir”, simboliza su vocación de servicio incondicional, donde no sólo servía él, sino que impulsaba a los demás a hacer lo mismo. Finalmente, cuarto, “que te alabe y te haga alabar”, muestra su anhelo de que la alabanza a Dios se extienda a toda la creación”.

Sufrió un atentado en Cuba
Mientras San Antonio María Claret era Arzobispo en Cuba, sobrevivió a un atentado. En 1856, un hombre intentó asesinarlo con un cuchillo, pero Claret no solo perdonó al agresor, sino que incluso intercedió para evitar que lo condenaran a muerte.

Obra

El camino de santidad de San Antonio María Claret comenzó con una búsqueda incansable de Dios. Esta búsqueda lo llevó a ordenarse sacerdote y, con el apoyo de la “Propaganda Fide”, pidió ser misionero apostólico, libre de las ataduras de una parroquia fija, para poder llevar la Palabra de Dios a donde fuera necesario. Fue así como inició su labor misionera, primero en Barcelona y luego en las Islas Canarias, donde marcó profundamente las vidas de quienes lo escuchaban. Su vida de santidad se acentuó no solo en su trabajo evangelizador, sino también como fundador de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como los claretianos. Esta congregación, inspirada en su espíritu misionero, sigue llevando el mensaje de Cristo a todo el mundo, impregnando a la Iglesia con ese fervor que tanto caracterizó a su fundador. San Antonio María Claret es, sin duda, un modelo de santidad desde la perspectiva misionera. Como dice el Padre Óscar Del Cid, su vida es la de un testigo de la fe, un “cielo apostólico”, un verdadero misionero apostólico. A través de su ejemplo, comprendemos mejor la importancia de llevar a Dios a los demás, amarlo profundamente y servirlo en cada acción de nuestra vida.

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