El “Papa del Concilio” o el “Papa Bueno”, son solo algunos adjetivos que recibió San Juan XXIII en su pontificado, del cual se denotan sus aportes a la Iglesia y que aún siguen vigentes en el actuar de sus miembros.
Legado
Los reconocimientos en la actualidad se mantienen para la figura y herencia de San Juan XXIII, por lo que Rolando Díscua, máster en Teología Espiritual, afirma que, “Para este santo pontífice, convocar al Concilio Vaticano II, fue un verdadero don que ha ofrecido a la Iglesia sin el afán de cambiar la tradición. En este evento se destaca el valor que tenía la familia, porque pensaba que es allí en donde se aprende el verdadero concepto de cristiandad, es la que deja huellas más profundas en la persona”.
Todos los avances en ecumenismo y diálogos interreligiosos, son caminos allanados por San Juan XXIII, quien precisamente arrancó con esto recordando a los judíos salvados del holocausto, agrega el master Rolando, quien concluye que “nos enseñó que fuera de la Iglesia no se puede caminar, porque ella es madre y maestra, siendo garantía de testimonio cristiano en el mundo”.
Seguimiento
Pablo Pérez, miembro del Movimiento Juan XXIII, considera que “Se debe de seguir el legado de quien inspiró esta agrupación, en especial en los laicos a los que abrió las puertas en su pontificado”. Pérez, destaca de la obra del “Papa bueno” la apertura para la fundación de movimientos eclesiales como el que lleva su nombre, concordando en que su enseñanza está basada en la unidad, así como en la importancia de los miembros de la Iglesia y el acercamiento del Evangelio a los pobres.