Religiosas que salen al encuentro y sostienen la esperanza

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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Marcos 16, 15). Este mandato de Cristo sigue encarnándose en la vida silenciosa de muchas religiosas en Honduras, mujeres de fe que no se rinden ante contextos difíciles y que, con su vocación en salida, sostienen comunidades enteras.

En este mes de julio, dedicado a orar por las vocaciones, la Iglesia pone en el centro a quienes, con discreción y entrega, salen al encuentro de los más vulnerables.

La Hermana Eduwijij Álvarez Sánchez, de la Congregación Hermanas de María, colaboradora de la Villa de los Niños, expresa que, “Nos enfocamos en los más pobres, no solo en lo material, sino en lo moral y espiritual. Albergamos a miles de jóvenes de escasos recursos, ayudándoles a descubrir que pueden llegar más lejos”.

Las religiosas también viven su vocación misionera entre los migrantes y sus familias. La Hermana Valdiza Dos Santos, de las Hermanas Scalabrinianas y coordinadora nacional de la Pastoral de Movilidad Humana (PMH), describe la realidad que acompaña cada día, manifestando que “las políticas migratorias cada vez más restrictivas en Estados Unidos generan miedo e inseguridad en nuestros hermanos migrantes. Nosotros, como Iglesia, tratamos de estar cerca, llevando confianza en Dios que nunca abandona a su pueblo”. “La Iglesia quiere que no olvidemos su sufrimiento emocional y su lucha por reinsertarse”, explica la Hermana Dos Santos.

En aldeas sin sacerdotes, en barrios inseguros o fronteras improvisadas, ellas están allí: rezando, escuchando, orientando y sosteniendo. Con su testimonio, nos recuerdan que toda vocación es misión, y que la oración por las vocaciones no es un acto aislado, sino un compromiso de toda la Iglesia para que nunca falten manos y corazones dispuestos a salir, como Cristo, al encuentro del que sufre.

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