Todos estábamos esperando que la Conferencia Episcopal se pronunciase respecto de la situación que vivimos actualmente en el país. No porque lo que habían dicho anteriormente no fuese suficiente, sino porque remarcar su postura y presentar sus orientaciones de manera actualizada, era esperado por muchos. Claro cuando digo muchos no digo todos. A algunos esto les entrará por un oído y les saldrá por otro.
El último mensaje, es un espaldarazo para los que luchan por adecentar nuestras instituciones o al menos recuperar la legitimidad de la institucionalidad que se ha venido perdiendo a razón de la corrupción galopante que esta última semana se ha visto ensalzada con la ley y las reformas a lo de las ZEDES. A la par de la corrupción, hay que subrayar el cinismo de las autoridades que no tienen miedo ni a ley de Dios que nos recuerda “no mentir”. Los señores obispos una vez más nos han demostrado que son pastores porque su análisis no es desde una visión ideologizada, sino desde el corazón del Evangelio. El Evangelio no es un somnífero y mucho menos opio. No es tampoco una fuente de donde sacar agua para el propio molino. El Evangelio es un camino que nos descubre siempre los malos pasos, los pantanos y los despeñaderos… para que los evitemos. Así que este mensaje hay que verlo así, como una advertencia más para que no nos dejemos seducir por los cantos de esas sirenas que no hacen más que engañar y robar.
Es muy reconfortante el hecho que los obispos han querido dar algunos consejos particularizados y que no han girado en generalidades. El giro, por ejemplo, que dieron al mensaje cuando se dirigen en segunda persona a los electores es muy especial. Igualmente es fundamental que todos comprendamos la cuota de corresponsabilidad que tenemos en la construcción de nuestro país. En tres ocasiones distintas se hace sentir que es necesario darle un nuevo rumbo al país.
Seguir votando por los mismos corruptos y por los que han vendido su alma al narcotráfico es un suicidio que hay que evitar a toda costa. Aunque algunos dirán que faltó referirse a algunos temas actuales dañinos y que son las nuevas vías para seguirse enriqueciendo de manera descarada, así como el hecho que han malgastado una y otra vez los bienes con un despilfarro obsceno, como el que se tenga dinero para camionetas de lujo pero no para pagarle al personal de salud, es una de esas cosas que le hacen hervir la sangre a uno.
Por otra parte las preguntas que se hacen, o mejor, que nos hacen los obispos también exigen de nosotros una respuesta sincera y un actuar coherente. Dado que recientemente hemos celebrado la Solemnidad del Sagrado Corazón podemos darnos a la tarea de reparar el daño que a su Corazón hemos causado con tanta indiferencia hacia los demás también comprometiéndonos en el ser ciudadanos responsables.