Reflexión | Sigue el “mais” a peso

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Esta expresión tan particular y propia de nuestro pueblo sirva para lamentar, mucho, el prácticamente nulo avance en la situación que se está viviendo en Venezuela y la dolorosa arremetida, de nuevo, en contra de la Iglesia, en Nicaragua. Las batallas mediáticas que se han generado en la lucha por hacer valer, mejor dicho, imponer, la postura de aquellos que sienten que no son ellos los perdedores de la contienda electoral de hace un par de semanas en “la pequeña Venecia” debe ser motivo de estudio. Fuera de lo ridículo de algunas posturas, reacciones y comentarios, según lo que nos dicen los propios venezolanos, hay muchísimo que se desconoce del paradero de muchos de los que en estos días han sido capturados. Aunque sería mejor llamarles, secuestrados. Cosa similar pasa con mis hermanos sacerdotes en Nicaragua.

Los obispos venezolanos han optado por mantenerse en una postura que es, a mi juicio, muy correcta. Decidieron no hacer un pronunciamiento fijo, sino que, al momento que estoy escribiendo estas líneas llevan 3 intervenciones breves, con las que han estado acompañando el desarrollo, o los retrocesos, con los que se está enfrentando ese hermano país, en estos momentos. Fuera de que el tono es siempre conciliador, de parte de los señores obispos, su insistencia es clara: debe respetarse el resultado verdadero de los comicios y debe respetarse la voluntad de ese pueblo. Por eso es por lo que, más allá de las batallas mediáticas, lo que cuenta es que se esclarezca y se deje de vociferar tanto.

Una vez más conviene saber identificar a los discípulos de Goebbels y mandarlos a callar o lo que más les duele, ignorarlos. El manejo de esa guerra mediática es fundamental, hoy en día. Muy poca gente se interesa por verificar las informaciones que encuentra en las redes y peor aún, pareciera como si preferimos vivir desinformados, o informados con una tendencia y nada más. El desacreditar al otro, sin análisis crítico, nos está llevando cada vez más a unos abismos en los que el fondo parece no existir.

La narrativa de los hechos, las reacciones de los protagonistas nos dejan la clara y evidente impresión, que estamos ante personas para las que mentir es su modo de vivir. De corazón les comento que, a estas alturas del partido, no sé cuántas veces me he referido en esta columna a la mitomanía y a la megalomanía. Ambas enfermedades se padecen sobre todo cuando usted es investido de alguna cierta potestad, sobre todo en América Latina. El síndrome es muy evidente en los que hablan de socialismo, pero sin tener la más mínima idea de lo que eso significa. El ansia de poder no conoce otra ideología que la de las vísceras y la del capricho del que se cree Dios, pero juega a la brujería.

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