El buen sabor que nos ha dejado la Caminata de Oración por la Paz en Honduras, no debería quedar en un bonito recuerdo y en una abundante cantidad de vídeos y de fotografías, sino que nos está urgiendo a que tomemos decisiones claras y continuadas, en bien, de todos los que habitamos en este país.
Algunos han querido de manera bastante simple subrayar el que en algunas de las ciudades donde se desarrolló la caminata, lamentablemente, hubo presencia de algunos aspirantes a algunos cargos de elección popular, aún y cuando, expresamente le solicitamos que no lo hiciesen. Sin embargo, el mismo hecho de que no tuvieron ninguna incidencia ni en la planificación, ni en la realización y mucho menos en las palabras que públicamente se dieron a conocer durante y al final del evento parece ser que para aquellos, que se sienten perjudicados por la masiva respuesta de los que queremos y creemos que es posible un mejor país, les he suficiente para señalar que la caminata estaba politizada.
Aunque hayan intentado de mil maneras, desacreditar todo el proceso y minimizar la cantidad de personas que hicieron sentir su voz, lo cual prueba lo desesperados que están por quedar bien con algún grupo o persona en particular, lo cierto es que se ha tratado de una manifestación sin precedentes en la historia de nuestra patria. En prácticamente todas las ciudades principales del país, nos unimos para, en conjunto con los hermanos evangélicos, hacer sentir nuestro profundo deseo por alcanzar un ambiente de paz y procurar un bienestar, al que todos tenemos derecho y no sólo unos pocos.
Creo que es sumamente importante volver, una y otra vez más, sobre el mensaje que fue leído al final de las caminatas, en las distintas ciudades y municipios del país. Este mensaje, pretende ser un llamado contundente a superar esa visión depresiva y deprimida, en la que nos han querido sumergir aquellos a los que la democracia no les interesa, sino que la usan para alcanzar el poder y sostenerse en él. Por eso, les propongo que en las próximas semanas hagamos una lectura concienzuda de dicho mensaje. Además, como ya se acerca el mes de la patria, conviene que hagamos patria, apoyándonos en los valores que este mensaje nos ha propuesto y que no deberían de ser vistos como una respuesta coyuntural, si no más bien, como una propuesta permanente.
El solo hecho que se halla optado por utilizar la cita de Is. 52, 7: “Qué hermosos son sobres los montes los pies del mensajero que trae buenas noticias de paz y salvación”, Ya es un signo concreto de lo que anhelamos.
Anhelamos: un pueblo capaz de movilizarse para construir su propia historia y ocupándose más de hacer el bien que relatar el mal.
Como diría el Papa Francisco: no nos dejemos robar la esperanza.