¿Por dónde empezamos? Esta semana he pasado de ser un izquierdoso, ñángara a un opresor, golpista y que siempre he apoyado a la aristocracia de este país. La mejor de todas es que soy un “bozal” asalariado y asesino. Los de antes dicen que me pagaban los de ahora y los de ahora, que me pagan los de antes. ¡Supongo que alguien se ha quedado con mis “cheques” de ambas partes! Es tan doloroso ver cómo están echando por la alcantarilla toda la esperanza de un pueblo que ya está cansado, hace mucho tiempo, de tantas corruptelas y tanto encubrimiento.
Lo que antes era malo, entiéndanlo todos los señores políticos de este país, sigue siendo malo. Esa desgraciada actitud en la que solo lo que los otros han hecho está malo y que solo por ser de mi partido, automáticamente, se es una persona honorable y buena, nos está llevando al colapso absoluto de la República. Si los que gobernaron antes, de muy mala manera, no dejaron la lección que todos debimos aprender de cómo no se deben hacer las cosas y se sigue insistiendo en las mismas prácticas, el resultado será aún peor. No se ve por dónde pasar. Una vez más los dueños de los partidos siguen demostrándonos su poco o nulo amor por Honduras.
Si bien hemos sabido que la ética en la política y en el manejo de los bienes del Estado ha sido digna de una tragicomedia griega, lo que hemos observado en las últimas horas pareciera ser el final de una historia que de comedia, no tiene nada. Aunque pareciera que estamos en distinto escenario y algunos actores distintos, se sigue “el mismo guion”.
Cuando la gente me dice: “Padre, solo nos queda orar”, sinceramente lo que se me viene a la mente es la canción de los Guaraguao, pero luego me acuerdo que, según me han dicho en estos días, soy un “mercader de la fe” y se me pasa. No quisiera sonar tan decepcionado y hasta frustrado con todo esto, pero la verdad es que como dice un amigo: “En Honduras hay que esperar siempre lo peor, para no asustarse”.
Mientras escribo estas líneas, se los confieso, tengo mi camándula al lado. ¡Cuánto quisiera que la aristocracia en algún momento hubiese gobernado nuestro pueblo! “Aristos” en griego significa “Lo mejor”, no como dicen los de la izquierda moderna que se trata de los que tienen el dinero. Eso sería “plutocracia”. En Honduras nunca han gobernado los mejores y como no hay forma de pensar en el bien de todos, sino en los de mi grupito, aquí nadie deja hacer nada.
Hay que torpedear todas las buenas iniciativas, cuando llega a haber alguna. Honduras se escribe y se describe en una lágrima. Ojalá que algún día sea una lágrima de gozo, por lo pronto, toca seguir manteniendo la frente en alto y actuando en conciencia. Aquí el problema es que no hay ni derecha ni izquierda, solo enemigos de la verdad.