En estos días ha circulado una entrevista realizada por la cadena Disney+ en la que un grupo de jóvenes con diferentes situaciones, llamémosle existenciales, han tenido la posibilidad de preguntar sin ningún tapujo lo que está en sus corazones al Papa Francisco. Tengo que admitir que en un primer momento me ha parecido increíblemente sospechoso este tipo de espacios y, a priori, reconozco que sabiendo quién era el productor de ese documental, me sentí bastante incómodo. Sin embargo, también a priori, me sonreí internamente pensando en la audacia del Santo Padre que no rehúye nunca del diálogo y que en sus 10 años de pontificado debe estar superando con creces el número de entrevistas concedidas en su conjunto, por sus antecesores. Una vez que termine de ver la entrevista, lo cual tuve que hacer por pedazos dado que el tiempo no me lo permitía, admito que una vez más me siento profundamente orgulloso de pertenecer a la iglesia católica fundada por el Señor Jesús cuya fiesta de su Misericordia celebramos precisamente este domingo. Cuando muera el Papa Francisco, ojalá dentro de muchos años, tendremos que llamarlo el Papa de la misericordia, aunque el título muchas veces se le ha atribuido a san Juan Pablo II. Sin embargo, conociéndolo, si le empezamos a llamar en vida de esa manera nos podemos llevar nuestra buena reprimenda. Todo el documental, es un canto de Alabanza a la Misericordia de Dios.
Por eso, es lógico que los modernos fariseos, aún revestidos de sotanas color púrpura, se escandalicen y terminen hablando de casi herejías en los labios de su santidad. Tengo la impresión, que hasta el pobre Señor Jesús sería ampliamente condenado por estos modernos defensores de la fe a los que el solo hecho que el Papa Francisco se haya sentado a escuchar a un joven trans, a alguien que se define como no binario o alguien que sufrió abusos por parte de miembros del clero, le convierten en un enemigo de la ortodoxia, porque no ha sido lo suficientemente directo y condenatorio en sus comentarios.
Es escandaloso que este Papa haya querido escuchar a semejantes pecadores y más aún sentarse en la misma mesa. No sé por qué, pero lo único que se me viene a la mente es aquello que dijo el señor Jesús en la casa de Zaqueo: “no necesitan médico los sanos, sino los que están enfermos…Vayan y aprendan aquello de misericordia quiero no sacrificios”. Ahora bien, si me permito hacer un simple comentario respecto del documental, comprendiendo que quien lo dirige no es precisamente un católico, yo le hubiera cambiado el título.
Porque decir amén, es decir así es y aquí el Papa no estaba bajo ninguna circunstancia definiendo, sino que estaba revelando el corazón de un padre amoroso que siempre está dispuesto a perdonar y al mismo tiempo nos invitaba a todos a ser capaces de vernos como hermanos, sin constituirnos en dueños de la verdad. Aún y cuando, en temas controversiales como el sacerdocio de las mujeres, el Papa fue muy claro y recordó valores que están por encima del sentido mundano de la autoridad y que lamentablemente, nosotros como sacerdotes muchas veces usamos en nuestra manera de proceder y tratar a los fieles. Por enésima vez, estoy muy orgulloso del Papa que Dios nos ha regalado.