Reflexión-Honduras nos necesita

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Definitivamente parece que este “circo” electoral no se va a terminar en los tiempos que todos esperamos y necesitamos. Esta semana nos han demostrado una vez más y hasta la saciedad, que los órganos electorales responden al ritmo que les dictan los dueños de los partidos políticos y no hay institución que no esté cooptada por los que manejan el poder del país. Definitivamente no nos estamos enfrentando a personas con un mínimo de ética, sino que realmente nos estamos enfrentando aquellos que hace mucho tiempo perdieron el sentido de la responsabilidad, de la justicia, de la transparencia y vendieron su alma al dios dinero y el dios poder.

Recibí varias llamadas a lo largo sobre todo del martes pasado de parte de periodistas que querían saber mi opinión respecto a las declaraciones de un sacerdote en Matagalpa, Nicaragua que había llamado a la población de su país a no participar en las elecciones que se tienen programadas para elegir nuevas autoridades en esta nación hermana. Sin embargo, mi llamado es a todo lo contrario. La situación en Honduras tiene muchas similitudes efectivamente con la de Nicaragua, pero tampoco es que podemos creer que con el abstencionismo vamos a resolver los problemas que ya estamos cargando desde hace muchos años atrás. Hoy más que nunca, es imprescindible e impostergable nuestra participación dentro de tres domingos para decidir el futuro de nuestro país.

En mi columna de la semana pasada, me atreví a recordarles el Evangelio en el cual somos llamados a ser conscientes de que hay demonios que sólo salen con ayuno y oración. Reitero esta postura y los invito a acompañarme en una campaña en la cual podamos orar intensamente y al mismo tiempo hacer algún tipo de sacrificio que nos lleve a valorar personal y comunitariamente, lo que está en juego. Insisto que no nos estamos enfrentando a una situación cualquiera. Hay mucho de demoníaco en las actitudes de aquellos que han dedicado su vida a dividirnos como a enfrentarnos y hacernos creer que somos enemigos. Este es el momento, en qué debemos hacer sentir y valer las virtudes más propias de ciudadanos responsables, que confiamos en la democracia y que queremos sostener el sistema republicano sobre el cual se asienta nuestra vida.

No es momento, para que empiecen con su cantaleta de que el Estado es laico y que por lo tanto nosotros religiosos no podemos opinar sobre su devenir. El Estado es laico y queremos que continúe siéndolo pero eso no significa que laicidad sea sinónimo de corrupción, injusticia y falta de rendición de cuentas. Laicidad, lo que significa es que el Estado no responde a una determinada religión pero no que no responda, o que deba responder a los principios básicos de la ética. Laicidad no es sinónimo tampoco  de un “cheque en blanco” que se les extiende a los políticos para que hagan con la patria lo que ellos quieran. Un buen político, de hecho, se caracteriza porque sabe escuchar y sabe cambiar su criterio cuando el bien común está en juego.Para eso oramos y ayunamos.

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