Reflexión | Exigimos se hable con la verdad

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Los niveles de intolerancia a los que estamos llegando, son el producto de un adoctrinamiento que lleva años inoculándose en el corazón de los que habitamos este país. Nos han estado educando para el odio y para la desconfianza. Nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo de sospechas y de rivalidades que no nos permiten superar nuestras diferencias sino acentuarlas.

Aquí realmente es un todos contra todos que va a acabar con todos si no somos capaces de ponerle un alto a esto. Aquí todo se politiza y lo más grave es que incluso temas que no deberían caer en la esfera de la lucha partidista se están volviendo, una vez más, fuente no solo de desavenencias sino de posiciones que realmente rayan en lo absurdo y que solo reflejan la incapacidad que tenemos de respetar las opiniones ajenas y de discutir de manera respetuosa, digna y con base en argumentos, no con motivaciones de orden económico sino siguiendo lo que la ética dicta.

Por ahí, para el caso, en estos días han surgido voces queriendo callar el papel de la Iglesia como defensora de los derechos de los más débiles, de los que no tienen voz. ¿Será que como ciudadanos debemos quedarnos callados frente a cualquier atropello? ¿Será que solo cuando les conviene estarán de acuerdo con las posturas firmes de aquellos que como no nos pagan por defender una ideología, no vamos a vender nuestra conciencia? Ellos, al desechar el criterio ajeno a priori por el solo hecho de creer que su manera de pensar es absoluta y no hay espacio para ningún tipo de consenso, es lo que nos tiene como nos tiene.

Como ciudadano de este país, exijo a aquellos que se están presentando para ser elegidos en las diferentes magistraturas de Gobierno, ya sea a nivel nacional como municipal, que se atrevan a debatir sobre los grandes problemas que aquejan al país y no que sigan intentando distraernos y haciéndole el juego a aquellos que tras bambalinas han sido el poder detrás del “trono”.

Como ciudadano de este país, al que amo con todo el corazón, pido a los que pretenden gobernar que no se les olvide que se postulan para ser funcionarios públicos y que deben aceptar estar sujetos al escrutinio, a la crítica fundamentada, a rendir cuentas de manera periódica y a cumplir con la ley que está inscrita en su corazón que fundamentalmente exige de todos: haz el bien y evita el mal. Robar, mentir, matar no pueden ser bajo ninguna circunstancia lo que se espera de una persona que se precia de tener cualidades como para dirigir a otros.


Suficiente de eso hemos tenido hasta el presente y ya estamos cansados de esos discursos en los que lo único que saben es denigrar y calumniar. Ocupamos de gente decente y de gente seria que sepa poner menos excusas y se atreva a cumplir con lo que dice.

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