Reflexión | En el clavo (II Parte)

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

El reciente mensaje de la Conferencia Episcopal de Honduras, que debo señalar era ansiosamente esperado por la inmensa mayoría de los fieles y de nosotros pastores que tenemos la responsabilidad de acompañar la vida de nuestras familias y de todas las familias del país, ha reafirmado no sólo la doctrina de la Iglesia sino, si me lo permiten, la sana exposición del concepto de la sexualidad y de su ejercicio. Me consta que los obispos, como siempre, no se han tomado a la ligera la temática y menos su alcance pastoral. Si hay una institución que no reacciona de manera desproporcionada y medita lo que va a señalar, es la jerarquía de la Iglesia. Por mucho que intentarán tergiversar los grupos que, patrocinados con dinero extranjero y sostenidos por una ideología que tarde o temprano demostrará lo que efectivamente es: la tergiversación de la dignidad de la persona humana más grave que ha existido; El mensaje no es un ataque sino una propuesta al dialogo sincero, franco y respetuoso. Confío también que, quienes leamos ese mensaje con detenimiento, podamos notar que en ningún momento los señores obispos están oponiéndose a la educación y a la formación integral, esa es la palabra clave, de nuestro jóvenes y niños en materia de educación, no simple información, sexual.

El sano entendimiento de la sexualidad propia y la de los demás, así como la formación en valores del más legítimo humanismo, que implican el respeto de toda persona y de cada persona, es fundamental para que una sociedad se desarrolle sin abusos y en la plena libertad de saber que se cuenta con un espacio en el cual, sin caer en exceso alguno, se puede desarrollar en todo sentido, la persona humana. Como se ha señalado tantas veces, lamentablemente, es realmente preocupante la manera como nuestros legisladores abordan temas tan delicados.

Sinceramente, creo que fingiendo una ingenuidad que no les sienta para nada bien, a veces se dejan apantallar por grupos que les sostienen en el ejercicio de sus funciones pero quitándoles el sentido común.

Claro, esto ocurre cuando se reúnen y hacen aquello para lo que fueron elegidos. Las leyes en nuestro país pareciese que muchas veces son creadas para que desde su génesis abran la puerta a una serie de interpretaciones, malversaciones y opiniones que no sólo y respetan los principios fundamentales de la sana convivencia sino que responden a los caprichos de una minoría. Digámoslo con claridad, la minoría no son los grupos que defienden la ideología o la percepción de género, sino los grupos de interés al interior de los partidos políticos que nunca han respondido a los verdaderos intereses de la nación sino al ritmo con que ejecute una guitarra o una pandereta el líder al que se le ocurren tan brillantes ideas que, ignorando la cultura y los valores más esenciales se planta con posturas que, entiende poco, pero están de moda.

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