Cada semana que pasa, cada día que pasa, la sensación de desesperación que se nota en nuestro ambiente no tiene realmente ningún parangón con nuestro pasado, ni reciente ni remoto. Es sorprendente lo auto destructivos que podemos llegar a ser. Pareciera que nuestro afán es llevarnos a límites que nos lleven a estallar. Casi me parece que hay algunos que están buscando justificar la violencia, el odio y la división. Jugar con el caos, propiciarlo y animarlo es el peor de los caminos. Somos una sociedad demasiado desequilibrada.
Hay demasiados abismos y demasiadas diferencias. Sinceramente no creo que en ningún caso la solución sea por la vía de dividirnos más o de seguir las líneas de ideologías que han probado en más de una ocasión no solucionar nada sino enredarlo más y hacer más ricos a los que decían venir de la pobreza y luchar por los pobres.
Está de más comentarles que toda esta situación, desde el cinismo de nuestros gobernantes pasando por la larguísima lista de actos de corrupción y las mil artimañas para hacer cada acto lo más opaco posible, ha estado en mis oraciones día y noche, pero estoy más que nunca convencido que no bastará con las oraciones sino con la actitud decididamente ética que nos propongamos llevar adelante.
Ético es lo que están haciendo muchos buenos ciudadanos de este país que están luchando porque las elecciones próximas sean transparentes. Ético es lo que llevan adelante algunos alcaldes que no han vendido su conciencia a las presiones y los intentos de comprarles y han abierto el debate sobre las ZEDE en sus territorios.
Ético es lo que están realizando algunas instituciones para presentar las firmas de todas las personas que se oponen a vender nuestra soberanía. Ético es lo que siguen haciendo los buenos doctores, no esos que cobran 5000 lempiras por una vacuna falsa y llevan encapuchada a la gente para que no sepan que es en sus propias casas donde están inoculando más mentiras a la gente que vive angustiada por la falta de esperanza de alcanzar una de las vacunas donadas.
No es ético que sigan jugando con la salud de nuestro pueblo saludando con sombrero ajeno, ni lo es que jueguen con el futuro de nuestra democracia para impedir que se usen los medios más expeditos para lograr que tengamos pronto la verdad de los resultados de las elecciones que configurarán nuestro futuro en los próximos años. No es ético que sigan reuniéndose los dueños de los partidos para convenir en cómo seguir enredando más las cosas. ¿Hasta cuándo seguirán importándoles más sus billeteras que su patria? ¿Piensan que se van a llevar a la otra vida lo que acumulan? Tarde o temprano todos rendiremos cuenta de lo que hemos hecho o dejado de hacer. La vida eterna es real… y la condenación eterna, también.