En el momento en que escribo estas líneas recién he tenido que responder a un par de personas que me han advertido que no debemos realizar la “marcha” de este 16 de agosto. Me han dicho, casi amenazado, que: “no sabe con quién se mete”.
Ustedes leerán estas letras después de que hayamos realizado nuestra Caminata de Oración por la Paz. Estoy convencido que será un acontecimiento sin precedentes en nuestra historia patria. El gesto, más allá de ser ejemplificante, es una oportunidad para decir, a propios y extraños, que queremos un mundo diferente para nuestra Honduras.
Un mundo en paz es posible, pero se necesita trabajadores por la paz. Por eso nos decidimos a caminar. Puestos en caminos, juntos, orando, cambiará varias cosas en la manera que nos percibimos.
Yo he insistido mucho en el tema de que incluso vamos a orar por aquellos que nos calumnian y persiguen, pero el problema es que se nos olvida que fundamentalmente, orar, es escuchar a Dios. Yo espero que escuchemos a Dios, lo que Él quiere para nuestras familias, nuestra patria.
Está claro que no escucharemos nunca que nos pida que promovamos divisiones, sí que hagamos el bien, cueste lo que cueste. Que trabajemos juntos por la justicia y por la búsqueda de la verdad. Es por eso que debemos caminar escuchando, escuchando atentamente lo que Dios quiere y espera de nosotros. Y sobre todo, ojalá que entiendan los políticos, de todos los partidos, que: Vox populi, vox Dei. La voz del pueblo es la voz de Dios.
La gran dificultad para muchos es que lleguen a entender lo que realmente es el pueblo, no como un concepto ideologizado o idealizado. Es fácil hablar en nombre del pueblo, lo difícil es saber qué más allá de populismos y fascinantes teorías dignas de una novela de Ágatha Christie, está la verdad. Atreverse a vivir en relación con esa verdad, consecuentes con ella, es lo que cuesta.
Escuchar achichincles no es escuchar al pueblo. Escuchar lo que quiero escuchar, tampoco es escuchar al pueblo. Necesitamos escuchar bien y permitir que Dios hable a través de la voz de la gente que está clamando por paz y libertad. No podemos dejarnos llevar por un miedo en el que nos quieren meter. El miedo paraliza, pero la esperanza moviliza y esta será una Caminata llena de esperanza. Yo escribo en futuro, pero ustedes leerán en pasado. Así que escribo con esperanza, con la certeza de que serán muchísimos los que orando habrán demostrado que se puede tener una Honduras distinta, mejor, en la que no hay divisiones que nos enfrentan, sino que nos retan a ser mejore, a proponer de manera equilibrada y respetuosa.