No hay día de Dios que no escuche a alguien decir que no cree ni siquiera que vaya haber elecciones. ¿Cuándo será el día que esté circo se termine? Estos señores de la política solo saben enredar las cosas y ponernos a todos en situación de zozobra. No nos merecemos tanto desinterés de su parte y como diría una viejita amiga: “¿De qué estarán hecha esta gente?” Los niveles de intolerancia están creciendo en proporciones abismales. La gente está con la ira a flor de piel porque los niveles de frustración son demasiado altos.
Realmente es alarmante y no quiero ni imaginarme hacia dónde nos dirigimos. Si me permiten les doy un sano consejo: abracen fuerte a sus familiares y a sus hijos como yo he hecho recientemente con mis sobrinos. Hay que decirles cuánto les queremos y debemos asegurarles que todo estará bien. Porque así es…solo que para llegar a eso, primero tendremos que padecer las de Cristo. Nuestra patria vive momentos de desesperanza demasiado agudos y no se ve que por ninguna parte haya una solución viable porque nuestra actitud de sospecha es absoluta. No se puede construir nada sin el mínimo de confianza y sin un proceder ético donde la verdad no es negociable.
Aplaudimos el esfuerzo que están realizando muchos grupos e instituciones serias como la Universidad Nacional Autónoma de Honduras por lanzar un poco de luz en medio de toda esta oscuridad. La noche es demasiada espesa y parece oscurecer más temprano no porque nos falte la luz del sol sino porque nos faltan opciones y las libertades están en riesgo desde hace muchísimo tiempo, nos estamos desgastando.
El agotamiento ya es casi insostenible. Muchas veces cuando me siento cansado, aunque les cueste creerlo, no estoy volviendo la mirada en primer lugar a la cruz del Señor, sino a las espaldas de los doctores que están en la primera línea. Hace unos años me cuestionaba la conmemoración del 200 aniversario de independencia, así como de niño miraba lo del año 2000 como una meta extraordinaria. Llegamos al año del bicentenario y lo que podemos decir es que como estamos tan divididos y enfrentados. Los modernos “criollos” no tienen ni siquiera la decencia por lo menos de ser al menos gente de conocimientos y de al menos algunos luces en la cabeza.
Cada semana escuchamos noticias de nuevos contagios y de nuevos muertos pero los señores que piensan que lo único que cuenta es la política y el alcanzar el poder, sobre todo los que se quieren perpetuar en él, no se enteran ni se quieren dar por enterados. Por eso insisto que debemos poner nuestra mirada en nuestras familias y los nuestros, más cercanos. Lo que nos permitirá superar esta tormenta únicamente puede ser el amor de y por la familia. A ese amor nadie puede vencerlo.