¿Porqué consagrar a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María?

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El próximo 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, el Papa Francisco consagrará al Inmaculado Corazón de María a Rusia y Ucrania. Ante esto, muchos traen a colación, el tercer secreto que brindó Nuestra Señora de Fátima. El portal Vatican News, menciona que, en la aparición del 13 de julio de 1917 en Fátima, Nuestra Señora pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, afirmando que, si no se concedía esta petición, Rusia extendería «sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia».

Consagración

Después de las apariciones de Fátima hubo varios actos de consagración al Corazón Inmaculado de María: Pío XII, el 31 de octubre de 1942, consagró el mundo entero y el 7 de julio de 1952 consagró los pueblos de Rusia al Corazón Inmaculado de María en la Carta Apostólica Sacro vergente anno. En ella decía: «Así como hace unos años consagramos el mundo entero al Corazón Inmaculado de la Virgen Madre de Dios, ahora, de manera muy especial, consagramos todos los pueblos de Rusia al mismo Corazón Inmaculado«.

Durante el Concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, San Pablo VI renovó la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado. El Papa San Juan Pablo II compuso una oración para lo que llamó un «Acto de Encomienda» que se celebraría en la Basílica de Santa María la Mayor el 7 de junio de 1981, solemnidad de Pentecostés. Posteriormente lo repetiría en Fátima el 13 de mayo de 1982.

En memoria del Fiat pronunciado por María en el momento de la Anunciación, también el 25 de marzo, como hará el papa Francisco, pero en este caso de 1984, en la Plaza de San Pedro, en unión espiritual con todos los Obispos del mundo, previamente «convocados», San Juan Pablo II confió todos los pueblos al Corazón Inmaculado de María con una oración similar a la proclamada en las ocasiones anteriores.

En junio de 2000, la Santa Sede reveló la tercera parte del secreto de Fátima, y el entonces arzobispo Tarcisio Bertone, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señaló que Sor Lucía, en una carta de 1989, había confirmado personalmente que ese acto solemne y universal de consagración correspondía a lo que quería la Virgen: “Sí, se hizo -dijo la vidente- tal como Nuestra Señora había pedido, el 25 de marzo de 1984”.

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