A pocas horas de celebrar la Solemnidad de la Divina Misericordia, sabemos que a las 3 de la tarde se reza la Coronilla de la Divina Misericordia, que Nuestro Señor Jesucristo nos enseño a través de Santa Faustina.
Pero, ¿por qué a las 3 de la tarde?, sencillamente porque es la hora en que se realizó el más grande acto de amor de la historia. En las Sagradas Escrituras está la hora en que expiró Jesús en la cruz, como por ejemplo en el evangelio de San Marcos 15, 34-37, «A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», – que quiere decir – «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.» «Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.» Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.» Es así que la hora nona en el horario judío es las 3 de la tarde en nuestro horario romano.
Sor Faustina recibió del Señor claras instrucciones sobre la hora de la Misericordia: «A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores; y, aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono al momento de la agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo te permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo no rehusaré nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión. (Diario, 1320)
«Te recuerdo, hija Mía, que cuántas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. En esa hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás. En esa hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia» (Diario,1572)
Las palabras de Cristo hacen hincapié en que nadie tiene por qué tener miedo de acercarse a su misericordia, no importa qué tan extenso o grave sean sus pecados:
“Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata” (Diario, 699)
“Mi misericordia es más grande que vuestros pecados y los del mundo entero” (Diario, 1485).
Jesús nos extiende esta extraordinaria invitación a recurrir a su misericordia por medio del rezo de la Coronilla a las 3 de la tarde, unido al sacramento de la confesión, esta promesa de perdón y amor por el mundo entero, nos abraza y nos permite dejarnos sumergir en su amor y resurgir renovados en Él.