Habló del profeta Elías, del Antiguo Testamento. Francisco explicó que “era un contemplativo, pero sin desentenderse de las situaciones concretas de su tiempo. Él nos enseña que en la vida de oración no puede existir separación: el fruto de la intimidad con el Señor en la oración, no puede ser otro que el amor concreto a los hermanos y hermanas, a los que Jesús nos envía”.
RESUMEN DE LA CATEQUESIS DEL PAPA EN ESPAÑOL
“Queridos hermanos y hermanas:
Reanudamos hoy las catequesis sobre el tema de la oración, reflexionando sobre la figura del profeta Elías. El Antiguo Testamento lo presenta como alguien sin un origen preciso y sin un final, pues su historia se cierra cuando es arrebatado, en un carro de fuego, al cielo.
Pero a Elías lo encontramos también en el Evangelio, en el momento de la Transfiguración, hablando con Jesús, junto a Moisés. Además, Jesús mismo se refiere a Elías para confirmar la misión y el testimonio de Juan el Bautista.
La Sagrada Escritura nos dice que Elías era un hombre íntegro, de fe cristalina, incapaz de compromisos mezquinos. Y no obstante las pruebas difíciles que tuvo que afrontar, permaneció siempre fiel a Dios. La oración era su fuerza vital: ésta le permitió defender el primado de Dios ante los falsos profetas de Baal, en el Monte Carmelo; y lo hizo también consciente de sus propias fragilidades.
Elías era un contemplativo, pero sin desentenderse de las situaciones concretas de su tiempo. Él nos enseña que en la vida de oración no puede existir separación: el fruto de la intimidad con el Señor en la oración, no puede ser otro que el amor concreto a los hermanos y hermanas, a los que Jesús nos envía.
La oración y la caridad hacia el prójimo van de la mano. La vivencia de Elías nos revela que la oración pasa por un camino de crecimiento, que a él lo condujo a la experiencia de un encuentro personal con Dios, que se le manifestó en el signo humilde del «murmullo de una brisa suave», y le devolvió la calma y la paz a su corazón cansado.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Por intercesión de Nuestra Señora del Rosario, el Señor nos conceda crecer en nuestro camino de oración, para vivir en intimidad con Él, y haga que, en medio de este tiempo de pandemia, nuestra vida sea un servicio amoroso a todos nuestros hermanos y hermanas, en especial a quienes se sienten abandonados y desprotegidos.
Que Dios los bendiga a todos”.