Ante una asamblea formada por reclusas y personal penitenciario, el Santo Padre, en su homilía en la Misa de Cena del Señor en la cárcel femenina de Rebibbia, en Roma, recordó que con el gesto del lavatorio de los pies, Jesús nos hace comprender la vocación de servicio y ante la traición de Judas nos recuerda que Dios perdona todo, siempre.
Inmediatamente después de la homilía, el Papa procedió a lavar los pies de doce reclusas, de entre 40 y 50 años, de varias nacionalidades diferentes: Italia, Bulgaria, Nigeria, Ucrania, Rusia, Perú, Venezuela y Bosnia. La emoción era evidente en los rostros de las mujeres. A continuación, monseñor Diego Ravelli, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, ofició la misa.