Papa Francisco habla del Antídoto contra la Dureza del Corazón

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En la basílica vaticana, Francisco presidió la Misa Crismal, en la que el obispo y el presbiterio renuevan las promesas sacerdotales pronunciadas el día de su ordenación. “Gracias, queridos sacerdotes, por sus corazones abiertos y dóciles; gracias por sus fatigas y sus lágrimas, gracias por llevar la maravilla de la misericordia de Dios a los hermanos y a las hermanas de nuestro tiempo”.


El Obispo de Roma destaca la compunción como una cualidad que incluye la solidaridad hacia los demás. En lugar de reaccionar con enojo o escándalo ante los pecados de los demás, uno debe llorar por ellos. Esta compunción implica un cambio de actitud, donde la tendencia a ser indulgentes con uno mismo y duros con los demás se transforma en ser severos consigo mismos y misericordiosos con los demás, por la gracia de Dios. Se enfatiza que aquellos consagrados a Dios deben llorar por los pecados de la Iglesia y del mundo, convirtiéndose en instrumentos de intercesión por todos.


Francisco subraya que la compunción es una gracia que se debe pedir en la oración, no algo que se pueda lograr por esfuerzo propio. Además, ofrece dos consejos finales: primero, ampliar los horizontes para abrir el corazón y experimentar la compunción; segundo, redescubrir una oración profunda y desinteresada. Invita a volver a la adoración y a la oración del corazón, reconociendo la grandeza de Dios y la propia necesidad de misericordia. Finalmente, agradece a los sacerdotes por su entrega y les desea consuelo y recompensa por llevar la misericordia de Dios a los demás.

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