Papa Francisco advierte sobre la destructiva ira humana

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El Papa, durante la catequesis, abordó el tema de la ira como un vicio perjudicial para las relaciones humanas. Destacó su naturaleza destructiva y la necesidad de abordarla prontamente mediante el ejercicio del perdón, siempre que sea posible desde una perspectiva humana. Sin embargo, subrayó que la indignación ante la injusticia es un aspecto humano y cristiano esencial.

Adriana Masotti, desde la Ciudad del Vaticano, informó que el Papa Francisco, al concluir su exposición sobre la ira, destacó la importancia de encontrar la “justa medida” de las pasiones con la ayuda del Espíritu Santo. Hizo hincapié en educar adecuadamente las emociones para dirigirlas hacia el bien. También citó pasajes bíblicos que enfatizan la importancia del perdón y la compasión en las relaciones humanas.

En el Aula Pablo VI, el Papa describió la ira como un vicio desenfrenado que no da tregua. Ilustró cómo este sentimiento puede manifestarse no solo contra quienes percibimos como causantes de agravios, sino también hacia aquellos más cercanos a nosotros. Advirtió sobre la capacidad de la ira para perturbar el sueño y generar pensamientos obsesivos.

Francisco señaló que la ira, al ser destructiva para las relaciones humanas, revela la incapacidad de aceptar la diversidad de pensamiento. Destacó la importancia de abordar los conflictos de inmediato para evitar que la ira persista y afecte a toda la persona involucrada. Hizo un llamado a la reconciliación, destacando la necesidad de evitar que los malentendidos persistan y afecten las relaciones.

El Papa insistió en que todos somos pecadores y necesitamos practicar el perdón para mantener relaciones saludables. Enfatizó que el arte del perdón contrarresta la ira, promoviendo la benevolencia, la amplitud de corazón, la mansedumbre y la paciencia. Reconoció que, aunque la ira puede ser perjudicial, existe una “santa indignación” que no debe ser negada, sino expresada adecuadamente.

Finalmente, Francisco citó a Jesús como ejemplo, destacando que aunque a veces se le describe como indignado, nunca respondió al mal con mal. Concluyó instando a encontrar la justa medida de las pasiones y a educarlas para dirigirlas hacia el bien, con la ayuda del Espíritu Santo.

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