Palabra de Vida | “Jesús los llevó sobre un monte alto”

Blanco es el color por excelencia de la esfera divina. Junto a este simbolismo han aparecido Moisés y Elías, es decir, la ley y la profecía, convocados ahora alrededor del “Hijo predilecto"

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El monte de la transfiguración es hoy el objeto de nuestra consideración bíblica donde el Señor ha subido con Pedro, Santiago y Juan para hacerlos testigos del camino tortuoso que luego lleva a la gloria. Los Evangelios no dicen que ese monte sea El Tabor, como lo conoce hoy la tradición, un monte redondo de 582 metros que se encuentra frente al fértil valle de Izreel en Galilea.

El monte podría bien recordar espiritualmente el Sinaí sobre el cual cae la nube en donde se oye la voz de Dios al cual sube Moisés acompañado por tres discípulos suyos. Pero Jesús es superior a Moisés, subido a este monte recibe la confirmación suprema de su identidad: “¡Este es mi Hijo predilecto!”. Desde esa declaración divina, el lenguaje simbólico usado por la Biblia es importantísimo, su vestido: “resplandeciente y blanquísimo”, tanto que agrega San Marcos “ningún batanero podría hacerlo más blanco”.

Blanco es el color por excelencia de la esfera divina. Junto a este simbolismo han aparecido Moisés y Elías, es decir, la ley y la profecía, convocados ahora alrededor del “Hijo predilecto”, para manifestarle a Él su destino en cumplimiento y promesa. Ubicado este maravilloso texto en la cuaresma, nos recuerda y señala como lo afirma el propio verbo griego “metamorfosis” traducido por “transfiguración”, que el Mesías ahora está más dispuesto que antes a subir hacia el punto más alto de la prueba, para Abrahán fue el monte Moria, para Él, el monte Calvario.

El monte de la transfiguración, solo puede representar ese momento de luz y consuelo en el que no nos podemos quedar allí, como lo ha sugerido San Pedro, debemos como Jesús descender a la llanura cotidiana de Galilea y desde allí subir a Jerusalén sin perder la meta definitiva y victoriosa que es la Pascua. Jerusalén será el lugar del resplandor de la transfiguración definitiva que se convertirá en luz permanente del alba de la Pascua. En verdad la Cuaresma nos lleva a vivir y comprender que la cruz es el camino a la resurrección. “Jesús los llevó sobre un monte alto”

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