Palabra de vida |“El Señor te ha alimentado”

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En medio de la civilización del consumo y del bienestar que embota la inteligencia y la conciencia, resuena hoy en la primera lectura el llamado del Deuteronomio a encontrar el hambre y la sed del desierto espiritual, es decir del deseo de atender a la Palabra de Dios. El profeta Amós había anunciado: “En los que Dios enviará el hambre sobre el país, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de escuchar la Palabra del Señor” (8, 1).

La modernidad y la posmodernidad han socavado todas las certezas que se daban por supuestas. La gente de hoy se siente invadida por una cultura atea, plurireligiosa, con modelos culturales y religiosos inestables. Por eso la fiesta de este domingo del “Corpus Christi”, es una llamada a tener hambre de la Palabra de Cristo, que hoy nos lleva a sus palabras sobre el pan y el vino, que en la Última Cena, instituyen su propio Cuerpo y Sangre en alimento para la perpetuidad hasta que vuelva. Si Amós nos decía de tener hambre y sed de la Palabra de Dios, Jesús en el discurso de Cafarnaúm en el Capítulo 6, revela un cambio de significado del alimento ofrecido por Él: “Mi carne es verdadera comida, mi sangre es verdadera bebida”.

“Carne y Sangre” son la síntesis de la existencia concreta de una persona: “Comer y Beber” son el signo de una asimilación que se vuelve fortaleza de la vida de un hombre. Cristo, Señor, se ofrece como el verdadero alimento de la vida del creyente. Tal acontecimiento hecho realidad por el propio Jesús en la Cena Última en el Cenáculo antes de padecer, nos refiere no un simbolismo sino la realidad misteriosa de un Dios hecho hombre, que invita a no sólo tener hambre de su Palabra, sino también de este alimento que Él ha dejado “Para la vida del mundo”. Queramos o no el testimonio de Pablo en 1 Co 11 (el texto más antiguo) y de los Evangelios sinópticos nos revelan esa “Tradición” que ellos recibieron como dice Pablo del mismo Señor y de lo que hizo con el Pan y el Vino en esa memorable Cena, pidiendo que hicieran tal celebración en memoria suya.

La solemnidad de hoy, no solo nos invita a la Adoración del verdadero Dios presente en el Sacramento, sino también a re-leer los textos sagrados sobre la Santa Eucaristía, y así comer y beber hoy de esas dos fuentes de alimento que no se contradicen sino que están en plena continuidad y fundamento. Bello este día para elevar como decimos un: “¡Cantemos al Amor de los amores!” Sí, a Jesucristo presente y oculto en Sacramento del Altar.

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