Palabra de vida | “Descuidando el mandamiento…”

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Tras recorrer queridos lectores, durante cinco domingos el maravilloso discurso del Pan de Vida (cf. Jn 6) e iniciar hoy el Mes de la Biblia, retomamos la lectura continua del Evangelista Marcos. La perícopa (el texto) de hoy, en concreto, se centra sobre la fuerte crítica de Jesús a sus contradictores fariseos y escribas; en ella se denota como el excesivo legalismo, el apego a la norma por la norma, vicia el sentido de la verdadera religión, llevando a la incoherencia entre fe y vida.

Jesús invita por lo tanto a conjugar según una justa escala de valores la ley y el corazón, el culto externo y la vivencia existencial de la vida. Reconociendo que ha sido el mismo hombre y no Dios el que ha interpretado su ley más como un castillo de gruesas paredes de las cuales es difícil querer escapar por la dureza de sus prescripciones. Leyendo profundamente la misma Biblia, descubrimos que la Torah, o sea esa Ley bíblica, es la expresión del encuentro entre la voluntad de Dios “cercano” y la adhesión alegre de la libre voluntad del hombre. Ella como dice el más largo de los Salmos, el 119, dedicado a la palabra de Dios, “es lámpara par mis pasos, es luz en mi sendero” (v.105).

Observando pues a profundidad esta palabra, el creyente descubre la presencia del Dios salvador, que ha salido a su encuentro, antes incluso que el intentara buscarlo. La adhesión “a las leyes y las normas que él nos enseña”, es, entonces, el descubrimiento de la cercanía de Dios precisamente en el corazón de la existencia humana. Bien lo define el final de la primera lectura de hoy: “¿Qué nación tiene la divinidad tan cerca de sí como el Señor nuestro Dios está cerca de nosotros?”. Es un maravilloso domingo de este mes de septiembre, mes dedicado a la Palabra de Dios, para atender el llamado de Santiago en la segunda lectura: “Acoged con docilidad la palabra que ha sido plantada en vosotros” (Stg 1, 17).

No se trata entonces de una superficial escucha, como de una aceptación de esa santa palabra, plantada por Dios mismo en nuestros corazones. Desde aquí podemos entonces concluir, que el Evangelio es un discurso totalmente positivo por parte de Jesús, que quiere que la Palabra pase y repose en el corazón, lugar que en la Biblia, designa la conciencia, el lugar de las grandes decisiones y acciones. ¡Permitámosle a la Biblia, volver a ser el alma de nuestras inspiraciones!

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